Cuando hice esta foto bajábamos a toda prisa desde lo alto de Sierra Seca hacia el valle del río Castril. La idea era llegar antes del mediodía para poder darnos un homenaje en alguno de los bares del pueblo. Al verla en casa mi primera impresión fue que era un tanto confusa. Los piornos del primer plano, las líneas quebradas del fondo y las manchas de los pinos sobre la roca caliza conformaban una composición algo caótica. Tan sólo había tenido suerte con el sujeto: el amigo José Manuel Bastida vestido de colores cálidos que baja como las cabras aparecía con ambos bastones hacia atrás y tras él una porción no muy confusa del fondo que lo hacía destacar sobre la pendiente en el descenso. (Ojo porque tiene mucho mérito pillar a este tío en un foto ya que avanza muy rápido.)
Tras repasar la instantánea con más calma comprendí que, precisamente, la confusión visual que se desprende de la misma es la sensación que tiene cualquier montañero cuando se introduce en el laberinto de la sierra de Castril. Hay que haber pateado muchas veces estas montañas para poder distinguir con seguridad los barrancos, las muelas, las divisorias, los poyos y las cumbres. Castril siempre ha sido un mundo fractal, una sierra que nos ponía a prueba cuando no había GPS’s ni cartografía detallada. Ahora lo sigue haciendo pero un poco menos gracias a la tecnología.

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.