Este tipo de fotos siempre me encantan. Cuando voy acompañado a la montaña suelo desmarcarme en ocasiones de la línea lógica de progresión y me aparto unos metros. Resulta que las cosas se ven muy diferentes cuando cambiamos ligeramente de posición y eso es lo que me ocurrió en esta Loma de Peñamadura.

Aquel día Bernardo y yo habíamos amanecido en el espinazo de esta enorme Loma que separa las cuencas de los ríos Dílar y Dúrcal y nos pusimos en faena para acometer el Tozal del Cartujo con una Sierra cargada de nieve blanda y un cielo muy «sucio» de humedad. El resultado fue éste: la silueta de Bernardo que se recorta con fuerza sobre las laderas de la divisoria principal de Sierra Nevada que finaliza en el Caballo, cima que se aprecia perfectamente a la derecha de la imagen.

Silueta en la Loma de Peñamadura