Incursión en la sierra de Alcaraz entrando desde los mismos límites naturales en su contacto con la meseta, cerca de Albacete capital. Alcanzamos el punto más alto bajo la pirámide de las Almenaras y regresamos por la vía verde que une Alcaraz ciudad con la capital.
ficha

sierra de Alcaraz, Albacete
noviembre de 2013
un día y medio
102 km
1800 m
ola de frío, estable
recorrido siempre por pistas, carriles y carreteras vecinales sin tráfico, muchos cruces, prever nieve en invierno en la cara norte de las Almenaras
pincha aquí para ver el croquis
track aquí disponible

Viniendo desde el norte, desde las llanuras manchegas, aquí es donde empieza todo. (Entiéndase todo como el laberinto montañoso de las Béticas que es de lo que nos ocupamos normalmente en esta web.)

Bajas por la autovía del Levante desde Madrid y ya cerca de Albacete capital se adivina una sombra, una rugosidad en el horizonte ondulado que habla de pinos, cerros y muelas. Los mismos ingenieros civiles han comprendido que el viento plano que barre las llanuras de la Mancha no tiene más remedio que romper contra las crestas de estas primeras olas de la Bética, así que han colocado líneas y líneas de molinos de viento que transforman su furia en kilowatios hora.

Desde los llanos de Pozohondo uno puede meterse en la montaña y no abandonarla hasta Almería, hasta Málaga, hasta Granada, hasta Murcia y Alicante… si acaso le tocará atravesar una autovía, un valle más o menos amplio, un corredor ferroviario, un río como el Segura, el Mundo, el Guadalimar o el Guadalquivir, pero la continuidad a grandes rasgos se mantiene. Estamos en la cordillera del sur, en las Béticas.

Teníamos pendiente recorrer esta zona norte y hemos aprovechado nuestra clásica salida otoñal con las burras. En principio había montado la salida desde Albacete pero salían demasiados kilómetros para nuestros cuerpos, así que improviso con el punto de inicio y el sábado a las 10h00m estamos montando las alforjas y los hierros en la plaza de Masegoso, un pequeño núcleo de población próximo a San Pedro.



Hace un frío del carajo. Apenas 1 grado y salimos a dar pedales. Menos mal que el sol va cogiendo fuerza y nos alegra el cuerpo camino de la sierra a la que accedemos por una pista nueva, amplia y blanca que han habilitado para subir las aspas de los molinos, gigantes modernos que ya no enloquecen al Quijote, sino a las grandes eléctricas, hasta el punto de haber forzado éstas una ley infame que castiga las renovables. (Pero bueno, este es otro tema y lo dejamos mejor así. Sigamos con el monte que me pierdo.)

El terreno siempre asciende y va acercándose a las aldeas de Arteaga y el cauce del río Puentecillas por el que salimos a la carretera local que comunica Bogarra con Peñascosa. La cruzamos y nos adentramos en la umbría de la sierra de Alcaraz siguiendo toda su divisoria de vertientes, a nuestra izquierda la cuenca del Segura, a la derecha el Guadiana.

Bajo los farallones de las Almenaras

Justo en el punto más alto, en el Cerro de las Canalicas, paramos a tomar un bocado rápido porque hace mucho frío y no podemos entretenernos. Los carriles nos van acercando ahora en dirección suroeste hacia la antigua carretera comarcal que unía Riópar con Alcaraz a la que salimos en las proximidades del Cortijo de Tortas, donde comenzó hace 3 años nuestro viaje a la Sierra a pie.

Giramos al norte y recorremos apenas un kilómetro por asfalto hasta el puerto del Barrancazo donde enganchamos la pista que serpentea bajo la fachada norte de las Almenaras. Aquí las cuestas se ponen serias y a más de uno nos crujen los tendones de la rodilla. Sin embargo, el paisaje que se despliega ante nuestros ojos es soberbio: todo el campo de Montiel y sus muchos pueblos blancos destacan en lontananza. Y en el plano corto, el aceral de la norte de las Almenaras que ya encontramos algo pasado por las alturas de la temporada y los roquedos desafiantes de este agudo puntal de roca que puede contemplarse desde localidades como Valdepeñas.

Una vez que hemos pasado el Puerto del Mosquito y bajo la piedra del Contaero iniciamos un vertiginoso descenso hacia la localidad de Zapateros donde han construido un embalse controvertido. De repente nos encontramos con un vehículo de la Guardia Civil que nos hace el alto. Resulta que hay una montería por la zona y, amablemente, nos recomiendan no continuar por la pista no vaya a ocurrir una desgracia.

Estamos en un camino público así que nuestro derecho de pasar colisiona con el derecho que tienen unos señores para tirarle a todo lo que se mueve, incluso confundiendo mi chaqueta reflectante naranja fosforito con la cornamenta de un ciervo. Evidentemente, aquí gana el más fuerte que es quien lleva el rifle y quien deja la pasta gansa en los ayuntamientos y negocios de la zona. Así pues, nos damos la vuelta e improvisamos una salida por una pista que ya recorrimos en la Nerpio-Alcaraz hace ahora la friolera de 17 años, un breve parpadeo comparado con el rancio flashback de la escena de los Santos Inocentes que acabamos de revivir junto al Patrol de la guardia civil, no se vayan a molestar los señoritos.

Túnel de la vía verde

El descenso es una estampida por pista y carretera asfaltada que nos permite llegar a Alcaraz, final de la etapa de hoy con más de una hora de adelanto y sin hacer uso de los frontales. En el hostal hay ducha, tranquilidad y salimos a disfrutar de este bonito pueblo entre dos mundos: la llanura de la Mancha y el comienzo de la Sierra. Bajamos a los restaurantes que hay junto a la N322 para comer y nos pegamos un homenaje de espanto. En el regreso algunos se confunden y hacen larga la fría madrugada. El pelotón está completamente desmadrado. ¿Será porque no hemos agotado todas nuestras fuerzas?

Al día siguiente hay varias pruebas deportivas y la plaza está muy animada. Nosotros nos escabullimos de la música atronadora y tomamos la vía verde de la Sierra de Alcaraz para regresar hacia el coche. La señalización es muy buena y los túneles están iluminados. Ahora mismo siempre va picando para arriba pero es una pendiente muy llevadera. Finalmente, abandonamos la cuenca del río Guadalmena y cambiamos de vertiente. Nos ponemos en descenso acompañando al río Cubillo y un par de kilómetros antes de la localidad del Jardín nos salimos de la vía verde para coger una carretera vecinal (la A-19) que nos vuelve a llevar hasta Masegoso por terreno rompepiernas aunque siempre con tendencia ascendente.

En la plaza de Masegoso hay un pequeño bar junto al polideportivo. Entramos a pedir un pequeño bocata y acabamos de huevos fritos con carne de matanza. Balance calórico desastroso. Otra vez.

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José Antonio Pastor González


Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.

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