sierra de Castril, sierra de la Cabrilla
junio de 2016
día y medio
31 km
2500 m
fresco, viento del norte
actividad compleja, casi siempre fuera de senda por crestas y laderas de fuerte inclinación en las que es preciso manejarse con soltura para no embarcarse; algunos tramos están condicionados por ir con perros así que vamos evitando trepadas muy expuestas
croquis disponible aquí
track disponible aquí
El mes de Junio siempre guarda una última oportunidad para las montañas del sur en lo que a meteorología se refiere. Antes de que la canícula arrase con la hierba verde y deje agostados los prados suele entrar una última vaguada de aire frío por el norte que deja algo de lluvia, nubes definidas y cielos azules durante un par de días. Ese momento llega este año justo a mitad de mes, los días 16 y 17. Como tenemos la coyuntura favorable, nos escapamos a la montaña para impregnarnos de luz buena.
En el equipo vamos Félix, Senda, Moss y el menda. Dejamos el coche en el puente de Pino Hermoso junto al río Castril y comenzamos la senda hacia la base del barranco de la Magdalena. Hay bastante caudal y hacemos muchas fotos de un lugar siempre sorprendente. Desde aquí, nos marcamos un todo tieso por la base de las paredes buscando hacia el sur el característico pino de tres pies que se ha hecho popular gracias, entre otras, a la estupenda obra de Agustín García Martínez. Seguimos buscando los pocos cueles practicables hacia las zonas más altas, pasamos por la puerta de atrás para acceder al cauce del barranco pero, en lugar de seguir por el camino habitual que hemos hecho otras veces, continuamos ascendiendo hacia la base de la Muela.
Las paredes parecen inaccesibles y realmente lo son desde esta vertiente así que doblamos pacientemente hacia el sur a media ladera, reconocemos uno de los gendarmes característicos de Castril y accedemos por fin a la divisoria entre los barrancos del Charcón y la Magdalena por encima de la Cueva de la Hiedra. Me conmueve visitar este collado once años después de mi primera vez. En aquel entonces era un frío día de invierno y se nos hacía de noche. Teníamos que salir como fuese y lo conseguimos destrepando una última sección del barranco del Charcón. Pero esa es una historia pasada y hoy hace un día reluciente. En los puertos nos recibe el ganado que pasta aquí y allá, despistado e indiferente a nuestro tránsito. El fuerte viento del noroeste nos mantiene abrigados y se agradece el fresco frío.
Desde aquí caminamos por la zona más sencilla de la divisoria que es amplia y mucho más asequible de lo que parece mirándola de canto. Vamos ganando metros levemente y disfrutamos de un entorno solitario de sabinas agarradas al lapiaz, de dolinas escondidas al amparo de los vientos en las que crece la hierba y donde la nieve aguantó hasta hace escasas semanas. El lomo se afila y superamos la cota 1900 para pasar junto al cerro del Agüero Alto, un casi 2mil de Castril que enlaza por un breve collado con la altiplanicie de la Cabrilla.
Al llegar a las Salegas de los Entredichos entramos en el terreno sobrecogedor de la Cabrilla: pocas referencias, distancias imponderables y soledad extrema. A mi juicio no existe montaña en el sur con más personalidad que ésta. Buscamos el paso óptimo entre los piornos y las rastreras mientras Senda hace kilómetros extra aquí y allá atraída por el aroma fresco de las montesas. El bueno de Moss, mucho más templado, marca los tiempos y espera en los cambios de rasante para que definamos un nuevo rumbo.
Bajamos a la Nava del Polvo y cruzamos en perpendicular el camino la traza principal que cruza la Cabrilla de norte a sur uniendo Navalasno con Navacenteno. Vemos el Cerro de los Tornajos (también Peón de los Tornajos en la topo del Alpina) al que nos encaramamos subiendo todo tieso. Al norte asoman los Campos de Hernán Perea, al sur la línea del horizonte con Sierra Nevada y sus últimos ventisqueros. En un pis pas estamos en la cumbre y hacemos unas pocas fotos para enseguida descender hacia el barranco de las Covachas donde encontramos los Tornajos de la Cabrilla, uno de los puntos más seguros para tomar agua en esta agreste geografía.
El plan ahora consiste en dirigirnos hacia el sur por el filo de los poyos buscando el descenso por la Cueva del Almicerán y las Buitreras. Pero antes, nos sentamos junto a la fuente y degustamos unas chocolatinas mientras Moss y Senda se sacian de agua. Estudiamos un poco la situación y somos conscientes de que vamos algo justos de tiempo. Le explico a Félix que con bajar al cauce del Guadalentín es más que suficiente porque lo importante es tener agua para la noche. Mañana ya veremos.
Sin embargo, mientras andamos debatiendo y mirando mapa, vemos una jabalina con 4 o 5 jabatos por el fondo de la vaguada que se dirige hacia el desagüe del barranco. Nos llama la atención que todos los bichos se cuelan muy decididos por una lancha de roca que, en apariencia, no tiene salida. Estudiamos las curvas de nivel con el GPS y Félix me comenta la posibilidad de tirarnos por ahí para abajo. Yo, que tampoco es que necesite mucho para apuntarme a cualquier embolado, le digo que adelante. A las malas, si nos embarcamos y no pasamos, nos tocaría regresar a esta fuente y hacer noche aquí arriba. No problema. Llevamos saco de sobra y tenemos unas covachas aquí mismo que parecen la mar de confortables. Vamos a probar pues.
De este modo, seguimos el rastro de los animales y llegamos a una ladera con muy fuerte pendiente. Por aquí podemos empezar a bajar pero más abajo no se le ve continuidad y la vertiente parece interrumpirse de forma abrupta en una gran tapia. Hablo con Félix y él me dice de perfilarnos hacia el norte (derecha) según bajamos buscando el eje del barranco. Sin embargo, yo le azuzo para que sigamos en diagonal a izquierdas buscando un pequeño espolón para ver qué nos depara la otra vertiente que ahora mismo nos oculta.
– Félix, yo le tiraría hacia ese espolón blanco que hay ahí enfrente. Se ve muy pisado y posiblemente ya podamos descender. Por aquí, por el barranco, la cosa parece ponerse cada vez peor…
– ¿Estás seguro Jose? Bueno, te dejo porque en esta actividad hoy mandas tú, pero no te acostumbres.
Así que bajamos en diagonal a izquierdas hasta la cota 1620 donde alcanzamos un breve promontorio de blanda caliza. Ahí ganamos vistas a la ladera oeste y comprobamos satisfechos que tenemos un camino franco entre arces de notable porte. Nos tiramos felices vertiente abajo y, al cruzar el barranco de las Covachas mucho más abajo, comprobamos que era el único paso practicable. Estoy tentado de apuntarme el tanto para darle caña al maestro pero sonrío y me doy por satisfecho simplemente por haber resuelto el entuerto. Luego más tarde en casa comprobaré con satisfacción que el paso tiene nombre y que se llama Tranco del Chitero.
Apenas transcurren unos minutos de ahí al cauce del Guadalentín que, como siempre, nos recibe cantarín y umbroso. Unos pocos metros por el carril de la margen derecha y lo abandonamos para hacer la senda de pescadores que busca la cuenca alta bajo los Poyos de la Carilarga. El camino está muy perdido y cerrado por los helechos. Nos cambiamos de margen cada dos por tres y hasta nos subimos por los restos de una antigua canalización que probablemente daba servicio a la Casa de los Bañones río abajo.
Finalmente, a la altura del arroyo de los Arenales que baja desde Collado Bermejo, cogemos un carril que acompaña al río que ahora cambia de orientación y nos permite contemplar el fiero Poyo de los Áceres por el que mañana ascenderemos. Vamos mirando aquí y allá el mejor sitio para hacer el vivac. Pasamos el cruce del antiguo camino hacia la Casa Forestal y apenas 500 metros más arriba en un rellano encontramos nuestra alcoba. Fuera mochilas, baño rápido en una poza y cena frugal sentados en un viejo tronco de pino. La luz generosa de junio todavía tarda mucho en desvanecerse y nos regala reflejos dorados en la caliza de los Poyos. Pero finalmente la noche se adueña del bosque y nos enfundamos en los sacos. Un gajo de luna marcará las horas y los perros seguirán con la mirada y el hocico todos los movimientos de los grandes herbívoros que nos merodean. Mi termómetro marcará una mínima de 6 grados en la noche de 16 al 17 de junio.
Mucho antes de que amanezca ya andamos recogiendo los bártulos y desayunando leche con galletas. Con cierta sorpresa compruebo que el sol no nos va a molestar en la subida tanto como la última vez en la que apenas podíamos intuir el camino al llevarlo de cara. Es lo que tiene venir en épocas diferentes: el sol hace caminos muy distintos en el cielo.
No así nosotros a ras de tierra que afrontamos por el mismo itinerario la ascensión al Tranco de Don Diego con la tranquilidad de tenerla muy bien aprendida. Nos vamos aproximando así al inexpugnable Poyo de los Áceres y rodeando la base de sus paredes, cuando casi por arte de magia, encontramos un cuele sencillo que nos pone prácticamente arriba, en la mágica llanura de Navalasno. Ahí mismo llegamos con el sol bastante alto y la cruzamos en diagonal buscando el camino más corto hacia las Empanadas, cumbre que Félix quiere ascender y que yo, como buen anfitrión, le pongo a tiro por uno de los caminos más tortuosos, duros y preciosos que conozco.
Así que a las 12 del mediodía estamos en el vértice disfrutando de los barrancos, las vistas y el fresco, aunque algo justos de agua pensando en los animales. Planificamos la estrategia y decidimos, no sin cierta controversia, elegir como camino de regreso la divisoria entre el barranco de la Magdalena y el barranco de Túnez. Es éste un itinerario apenas frecuentado y tiene un par de pasos con trepadas que confiamos en poder resolver aunque llevemos a Senda y a Moss. A las malas, reculamos y bajamos por el barranco de Túnez y las Margaritas.
De esta forma descendemos al Collado de la Cruz y en lugar de seguir bajando hacia la Casa del Maestrillo continuamos por la divisoria animados por los muchos rastros de ganado. Enseguida se alcanza una amplia meseta en la que la divisoria hace un quiebro dejando un característico peñón a mano izquierda. Me gustaría subirme a esa roca pero vamos muy justos de tiempo así que rápidamente hacemos metros hasta llegar a una zona donde la cosa empieza a ponerse más animada. Vamos siempre caminando por la vertiente de Túnez hasta que en un momento dado nos ponemos justo en el filo. Un poco más adelante llegamos a un punto en el que hay una trepada de grado II y unos 6 metros. Imposible salvarla con los perros por lo que nos perfilamos hacia el sur con vistas al barranco de la Magdalena. Pasamos por la base de las paredes y siguiendo trazas de cabras solventamos el paso trepando un bajo un techo sencillo. Primer match-ball ganado.
Pero todavía queda bacalao. Algo más adelante unas enormes lanchas de roca inclinadas nos van derivando hacia la vertiente de Túnez y nos obligan a perder muchos metros. Ahí abajo se ve perfectamente el desagüe del barranco y casi que podríamos llegar hasta allí y entroncar con el sendero de las Margaritas, pero no estamos aquí para eso, sino para salvar la cresta por el paso más lógico. En un primer momento intento pasar por un cuele que parece el bueno pero, de nuevo, me encuentro con una trepada mala para los perros. Regreso junto a Félix y unos metros más adelante nos aliviamos encontrando el paso definitivo que nos pone en un amplio collado, preámbulo de los Calarillos, la zona más abrupta de la cresta y a la que le tenemos mucho respeto.
Por fortuna, y tras pasar junto a un abrigo donde un buen montón de ovejas sestea, encontramos una senda muy pisada que por la vertiente de Túnez nos saca del atolladero. Genial. La senda sigue muy bien definida entre pinos y rocas y parece que, en un momento dado, baja con decisión hacia la zona de las Margaritas. El caso es que a mano derecha vemos unos hitos justo en un cambio de vertientes y nos acercamos. Por aquí también se va a poder bajar ya que las rocas están muy manchadas de tierra, señal típica de que a las ovejas las suben siguiendo este camino. Y si las ovejas pasan nosotros también.1En realidad, y para ser completamente fieles a la realidad, tengo claro que por aquí se baja porque hace poco estuvo haciendo este descenso César Albusac Amador, un excepcional montañero que disfruta recuperando viejas sendas, investigando itinerarios y arreglando fuentes. No todo va a ser jugar a la ruleta rusa. A veces viene bien un poco de seguridad.
Estamos ya bastante torrados de la actividad y con muchas ganas de llegar a los coches. Conforme bajamos los grados aumentan y al enganchar con la autopista de las Margaritas pongo el automático pensando en la cascada del barranco de la Magdalena donde, al llegar, bebemos agua hasta reventar y los perros se sumergen hasta las orejas. De ahí al coche apenas unos 15 minutos de suave paseo bajo la sombra de los pinos.
– Entonces Félix, ¿qué te han parecido estas sierras? ¿Son montañas o no?
– Lo son, lo son, para abajo pero lo son.
Llevo tanta felicidad en el cuerpo que me olvido de polémicas bizantinas que algún día explicaré con detalle. Por ahora, me quedo con el estupendo sabor de boca al haber enlazado dos de los valles más salvajes del sur por el camino más solitario, agreste y exigente: siguiendo los filos de Castril y los trancos de la Cabrilla. Casi nada.
fotos
en la sierra de castril

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Hola Jose. Impresionante ruta. No añado ninguna letra ni ninguna coma a tu relato. Insuperable. Estuve con Felix el domingo en la Cresta y estuvimos hablando de esa ruta. Y ahora ya si que entiendo eso de «montañas para abajo» leyendo una reflexión tuya en otra entrada del blog jajajaja. Un abrazo.
Jajajaja… es que este Félix es demasiado cachondo. ¿Estuvo chula la ruta de los coladeros? Seguro que sí. A ver si me puedo escapar este domingo y voy a hacerla yo también. Te veo a tope de actividad Paco. Eso está muy bien. Un abrazo!!!
Es cuanto menos sorprendente y muy original. Parece mentira que viviendo tan cerca del Valle, todavía se puedan encontrar lugares desconocidos. Además, las notas culturales que agrega Felix le dan un plus a la ruta muy interesante sobre todo la explicación de los restos del Castillo de los Garres. Y por cierto, muy original la subida a la cresta. Muy currada.
Pues nada, que voy a hacer todo lo posible por acercarme a esa excursión 🙂
Un abrazo Paco!!!
Aunque no sea el vocabulario más acertado, pero eres una PUTA máquina, acompañado de otro maquinón al que no tengo el gusto de conocer (fuera de aquí). Fotazas, relato, la compañía… Vaya rutón que os marcásteis. Gracias como siempre, por compartir y divulgar.
Jajaja… muchas gracias paisano pero estamos muy viejos y cuando nos pegamos estas palizas nos duelen los hombros, los riñones y las rodillas. Me alegro de que te haya gustado. Esta zona es una maravilla. Te recomiendo visitar el Guadalentín ahora en otoño. Posiblemente de lo mejorcito que hay para hacer fotografía de árboles caducifolios.
Hola, genial combinación fuera de los trazados habituales. Hace un par de años hize la cuerda de los Calarillos nevada y resulto ser muy divertida, recuerdo la trepadita esa de IIº bien mojadita.
Desde el entronque con las Margaritas hay buen paso directo hacia los Calarillos por una empinada canal pisada por los animales, de subida se ve mejor que de bajada.
El cuele por el desconocido Poyo de los Aceres también es mas evidente desde abajo y es el que relata Juan C.Garcia (Excursiones por el Sur de España II) en una de sus rutas.
Curiosamente el Tranco del Chitero para ser el mas utilizado y accesible se ha mantenido gracias a las Montesas y al boca a boca entre Montañeros, porque no esta reflejado en ninguna publicación, y mejor que siga asi…
Como siempre Castril y la Cabrilla nos saca lo mejor en todos los aspectos.
Enhorabuena y un saludo.
Muy buenas Visón. Precisamente fue gracias a ti y a tu información el que pudiera hacer la divisoria Magdalena-Túnez. La trepada de II con los perros era imposible, así que nos escaqueamos por la vertiente de la Magdalena.
Una curiosidad: el cuele del Poyo de los Aceres no creo que sea el de Carlos G. Gallego. Te lo digo porque yo hice con él la travesía que luego reflejó en su libro y subimos por la izquierda del Poyo, es decir, por la margen derecha del barranco de los Chorreaderos. Nosotros en esta ocasión lo hemos hecho por la derecha del Poyo y la margen izquierda del barranco. A ver si podemos aclararlo 🙂
Un fuerte abrazo y mil gracias como siempre por tu ayuda y tu participación. A ver si podemos volver a coincidir en la montaña.
Si, es posible, yo lo hice en el 2005 de subida desde el Guadalentín y recuerdo bien que empezamos el ascenso por el lado izquierdo conforme se sube del Barranco de los Chorreadores, a medio Barranco lo crucemos a derechas para enlazar y buscar unas viras amplias que en sentido E (Izquierda) nos dejaron en Navalasno, justo lo que tu describes.
Como entonces iba a brújula y plano no tengo track pero si alguna foto.
Pues posiblemente sea el mismo camino que hemos hecho nosotros en esta ocasión Vison, a menos que pasarais bajo el Poyo de los Aceres, que nosotros lo hicimos por arriba hasta salir a un rellano soleado muy característico. Lo tenemos que ver con una cerveza por delante. A ver si coincidimos 🙂
Como siempre buen relato y fotos magnificas, la verdad es que hechaba de menos las entradas de Montañas Personales, una burrada de ruta, sin duda de los sitios mas salvajes que hay por el Sur, veo a Moss en plena forma, a ver si no tardas tanto en publicar…..¡ha¡ esos Trancos del Guadaletin que hermosura¡¡ un abrazo.
Kiki.
Muy buenas Manuel. Gracias como siempre por pasarte por aquí y participar. Es una ruta preciosa y seguro que muchas de las zonas que hablo las conoces, sobre todo las que miran al Guadalentín. Moss está hecho un chaval, no tanto el dueño que cada vez le duelen más los riñones jejeje…
En cuanto a publicar más o menos, un tocho como este me lleva bastante curro, así que el poco tiempo libre del que dispongo normalmente me decanto por aprovecharlo viviendo en la montaña más que reflejando recuerdos, pero este curso seguro que puedo llevar un ritmo más alto para publicar.
Un fuerte abrazo!!!
Magnífico relato. Esas crestas divisorias no las conozco. Si el Tranco Chitero, que lo he usado bastante para ascender o bajar de la zona de los Tornajos. El paso difícil no es ese espolón. Es más bien al salir de la Nava, y bajar a las Covachas. Que ganas de volver por ahí!!!
Muy buenas Luis!!! Cuánto tiempo sin saber de ti 🙂 Las crestas son muy divertidas, especialmente la que separa Túnez de la Magdalena… la divisoria Magdalena-Charcón es más roma y tiene menos emoción. En cuanto al Tranco Chitero tendremos que hablarlo más tranquilamente porque para salir de la Nava simplemente nos dejamos caer por una fuerte pendiente… y las covachas se quedaron a mano derecha según bajábamos. (El barranco también.) Un fuerte abrazo. P.d. FELICIDADES MÁQUINA!!!!
Una vez mas, gracias por compartir estas excursiones tan agradablemente contadas. Un abrazo
Muchísimas gracias Pepe. Este verano me acordé de ti. Hemos pasado el mes completo en Yésero, encima de Biescas. Un lugar precioso. Un fuerte abrazo y seguimos en contacto.
Pues nosotros, la última semana de Julio y la última de Agosto, en Bujaruelo pateando esos valles. En Agosto por la sierra de Jérez, con btt nueva
Qué bueno Pepe. Cuando estrenas btt hay mucha ilusión 🙂
Un abrazo y nos seguimos leyendo!!!!
No sé si disfruto más con las excursiones o rememorándolas después con tus relatos. Magnífico, como siempre.
Jajajaja… hombre por tratarse de montañas para abajo es normal que no disfrutaras todo lo que a ti te gusta… He resuelto lo de senda y os he sacado a los dos en una foto a todo tamaño. Es lo que se dice estar enchufado. A ver si puedo escaparme para el domingo y nos vemos en la Cresta del Gallo. Un fuerte abrazo!!!!
¡Ole, ole, mi Senda! 🙂
De tanto correr tras de las cabras, estuvo después 2 días con agujetas, jajaja
Jajajaja… Moss también se pasó 48 horas debajo de la mesa sesteando… y el dueño porque no podía, que si no…