Salida con la bici por el puerto de la Losa para cruzar a los Campos por Valdepalacios. Tras remontar la Juan Fría, pasamos junto a Cabeza Alta para descender por el Peñón del Toro.
ficha

sierra de la Guillimona, sierra de Segura, sierra Seca
mayo de 2021
7 h
58 km
1500 m
estable, caluroso
recorrido btt por carreteras sin tráfico, pistas en buen estado, carriles rotos y un pequeño tramo de empujar para saltar Cabeza Alta hacia el Peñón del Toro
croquis disponible más abajo
track disponible aquí

Por delante tenemos un mes de Junio bastante complejo: oposiciones, exámenes, trabajo, cerrar el curso. Era ahora o nunca, así que le planteo a mis colegas una ruta con las burricas en el entorno de los Campos que a finales de la primavera lucen sus mejores galas.

Dejamos el coche en el cruce de la carretera de la Losa con la que viene de los Collados de la Sagra. La temperatura es alta para este lugar y esta época del año. Comenzamos al ralentí subiendo las primeras pendientes de la Losa y disfrutamos de las buenas vistas hacia el sur con la Hoya de Baza, el Jabalcón y Sierra Nevada entre la bruma.

Voy cascando con Pepe sobre las diferentes subidas que se pueden hacer a la Sagra y casi sin darnos cuenta estamos coronando el puerto. Nos reunimos, nos hacemos fotos y sin darnos mucha tregua porque la ruta es larga nos lanzamos en descenso buscando nuestro paso secreto hacia los Campos. Éste se encuentra a la altura de Prao Puerco: te cuelas por un carril en buen estado y te adentras en la espesura del bosque que tapiza toda la ladera norte de la Guillimona.

Este camino que ya hemos recorrido muchas veces hoy estaba machacado por un tractor oruga lo cual le añade un punto más de dificultad. Los márgenes también los encontramos limpios de vegetación y pensamos que debe tratarse del tema de los incendios.

La última rampa seria nos deposita en la linde provincial entre Granada y Jaén. Nos adentramos en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas defendido por una cancela de alambre de espino y nos dejamos caer hacia el cortijo de Valdepalacios donde reponemos fuerzas a la sombra de su nogal. Mientras degustamos las empanadillas y el chocolate aparecen por el lateral unos caballos curiosos. Al fondo se recorta el misterioso paisaje de los Campos tapizado por laricios enormes y vaguadas oscuras.



Tras vadear la Rambla de los Cuartos afrontamos la subida a Don Domingo. Nos asomamos a las casas para coger agua en la fuente y debatimos una modificación de la ruta que se acepta por unanimidad. El tema es que vamos a acortarla quitando unos 15 kilómetros para poder ir más desahogados de tiempo y fuerzas. El restaurante que hay a la entrada del pueblo está cerrado y vemos una cartelería súper atractiva para indicar que, en estos parajes, se disfruta de uno de los mejores cielos del mundo.

Pero a nosotros nos toca bajar la cabeza y centrarnos en el piso blanquecino de la pista que busca, de nuevo, el vado de la Rambla de los Cuartos aunque esta vez franqueamos el arroyo por un sólido puente de piedra. Hay aquí varias opciones para disfrutar: a la derecha remontaríamos por la rambla hacia la zona del cortijo de Camarillas y la Hoya del Espino; hacia la izquierda nos adentraríamos en el apartado cuarto de Cañada Lamienta y su soledad remota; nosotros optamos por continuar de frente buscando la Juan Fría, un arroyo tapizado de abetos, chopos, cortijos y pequeñas huelgas con el aliciente de darle un abrazo al Pino Galapán, uno de los gigantes que apunta bien recto hacia ese cielo luminoso de los Campos.

Sacamos los bocatas y nos los comemos sentados a la sombra del pino. El color plateado de las escamas de su fuste se mimetiza con la roca del suelo y nos entretenemos contando anécdotas pasadas mientras caen bocatas de filete, onzas de chocolate y trozos de torta de manteca. Con semejante mezcla en el estómago las pendientes que remontan la Juan Fría se hacen mucho más duras, pero este pelotón está ya muy curtido y presenta batalla incluso en las circunstancias más adversas.

Justo cuando la pendiente de la pista principal cede y nos asomamos al refugio de Cañada Humosa abandonamos el confort de la tierra batida y remontamos un carril de piedra rota y cuestas imposibles. El camino rodea el Cerro de Cabeza Alta, un casi dos mil en la divisoria de parques y provincias y se pierde entre las hierbas anuales hasta ponerte en aprietos si hay poca visibilidad.

No es el caso, pues hoy se aprecia perfectamente el horizonte y se adivinan las rodadas de los 4×4 de los pastores que trabajan en estas soledades. Buscamos la pista del Peñón del Toro porfiando entre bolos de piedra, enormes zanjas y charcos oscuros; dejamos a la izquierda la salida de Cañada Lamienta y superamos el último desnivel hasta el cruce del carril que remonta hacia Cerro Laguna y Tornajuelos.

Después de reagruparnos afrontamos el descenso con calma: piso irregular, mucha pendiente y piedra suelta. La gravel en este terreno va al límite y mi espalda se resiente de los golpes. El amor es así: hay que estar para lo bueno y para lo malo. Conforme bajamos metros los grados del termómetro se hacen notar y llegamos sudorosos al vado del río Raigadas.

Los últimos kilómetros de asfalto pican levemente hacia arriba. Me pongo a la rueda de Pepe y bufando cual bisonte en celo regresamos al punto de partida con excelentes sensaciones. Recogemos las burritas, montamos en los coches y para casa. Ha sido un día muy especial con mis colegas de siempre a los que veo muy poco en los últimos tiempos. Ojalá pronto podamos repetir.

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