sierra de María
julio de 2021
2h aprox. 4h la vía y 2h descenso
no relevante
no relevante
estable, caluroso
recorrido de escalada clásica de 365 metros y 234 metros de desnivel; dificultad de conjunto D y dificultad máxima V inf; llevar cuerdas de 60 metros, juego de empotradores y cordinos o cintas largas (reuniones); en la ruta se han instalado los seguros mínimos necesarios para poder realizarla solo con material flotante (en toda la vía solo hay 10 parabolts y hay algunas reuniones que no tienen ninguno)
croquis disponible de la vía pinchando aquí
track disponible aquí
Enteramente contenida en Almería, aunque con prolongaciones naturales hacia Granada y Murcia, está la Sierra de María. Además de Parque Natural, ZEPA, LIC y otras muchas figuras de protección, en la sierra es posible ascender a un dos mil apacible como el Alto de la Burrica y otras montañas fieras como el Mahimón y las Iglesias.
Hace tiempo que Félix se fijó en la vertiente norte, la que mira hacia el Pinar de la Alfaguara. En ella encontramos una sucesión de espolones, profundos barrancos y tapias a lo largo de más de 7 kilómetros que remontan desde el encinar en la base hasta la divisoria afilada de las cumbres a casi 1900 metros de altura. Las formas más atractivas se despliegan desde La Lancha hacia el oeste donde la última elevación recibe el nombre de Puntal del Rayo.
En el proceso de crear nuevos itinerarios verticales hay mucha creatividad e inventiva. Uno de los grandes lo describía así:
A menudo he buscado sentirme alpinista para experimentar el placer duro de la vía por descubrir; primero para vagar por el pie de las grandes placas, para contemplarlas mejor, con una especie de ternura, para adivinar las líneas, para conocerlas, para saber de ellas de antemano. Antes que nada hay que descubrir las cosas; luego, éstas tienen que hacerse.
Gaston Rébuffat en Estrellas y borrascas.
Precisamente en Agosto de 2020 Félix abrió una línea junto con Juan de Dios Martínez y Domingo Manzano hasta esta misma cumbre que bautizaron con el nombre de Espolón Trifásico. Teníamos muchas ganas de repetirla así que nos organizamos para acercarnos este pasado mes de Junio, antes de que entraran los calores.
Dormimos emboscados bajo los pinos y las encinas del tapiz forestal de la cara norte y antes de las seis de la mañana estamos desayunando con las primeras luces. La aproximación al pie de vía ya es una aventura en sí misma. Hay que acercarse por carriles de tierra y luego toca adentrarse en la espesura del bosque buscando los mejores pasos entre los pies de encina y los frecuentes canchales. En el track que proporcionamos el recorrido es relativamente cómodo.
Una vez en la base del espolón nos tomamos un respiro breve y nos ponemos los aperos de trabajo. Equipados y sin sacar todavía la cuerda hacemos una primera tirada de III grado sencilla pero con bastante exposición. Hay que tener especial cuidado con la consistencia de la roca y no agarrarse a cañón. Este tramo inicial es largo — unos 120 metros — y remonta por el nervio del espolón mientras vamos ganando altura de forma progresiva sobre las dos vaguadas que lo definen.
Acabada esta primera sección llegamos a un hombro y un muro cuya dificultad es netamente superior a lo que llevamos hecho. Aquí nos encordamos y escalamos 3 largos que rondan el IV o IV+ y siempre en modo clásico: hay que cacharrear, meter fisureros y friends y tener mucho ojito con las rocas sueltas. De vez en cuando algún parabolt ayuda a asegurar la progresión y las reuniones hasta que alcanzamos un pequeño rellano tras doblar un gendarme.
En esta terraza, a la que se llega después de un pequeño destrepe, te puedes sentar tranquilamente para asegurar. Ahora toca un muro de V- que Félix supera por un pequeño diedro a la izquierda. Se le nota que está disfrutando y elige, con su habitual precisión, los emplazamientos idóneos para colocar el fisurero perfecto y el friend más adecuado. Así, cual cirujano meticuloso, nos va cosiendo de forma temporal a la piel rocosa de la montaña utilizando la cuerda como hilo y sus manos como aguja. Me siento seguro.
Nino y yo lo observamos mientras le vamos dando cuerda poco a poco hasta que lo perdemos de vista y se cuela en la siguiente reunión. A partir de aquí el terreno es más asequible pero no conviene relajarse. El espolón pierde su dibujo entre muros y terrazas y la vía busca la cumbre de la forma más directa por sucesivos largos que nunca superan el III grado.

Consciente de que estamos acabando la escalada procuro fijarme en el plano corto para grabar los detalles. Hay pequeñas plantas que seguramente sean endemismos en las que revolotean moscas folloneras. En la distancia, los llanos de Buguéjar y la Puebla se despliegan bajo nuestros pies y el horizonte dibuja montañas tan queridas como Revolcadores, las Cabras, la Sagra, Castril y el Pozo.
Festejamos la llegada a la cumbre como se merece. Hacía mucho tiempo que no compartíamos los tres juntos una actividad de las buenas pero no podemos bajar la guardia aún. Todavía hay que descender y tampoco eso está regalado en esta actividad. El regreso lo efectuamos por la misma divisoria caminando hacia el oeste y buscando los mejores pasos. Esta zona de cumbres es bastante afilada y presenta resaltes y estrechuras que nos obligan a permanecer atentos a la mejor opción.

Después de un penoso tramo con piedra suelta y fuerte pendiente alcanzamos una vereda que resulta ser la Cañada Real del Puerto de Chirivel. Ésta desemboca en un carril justamente en un colladito a 1245 metros de altura. Cogemos el carril unos metros y en la primera curva cerrada a izquierdas lo abandonamos por la derecha para seguir un sendero bien marcado que, a media ladera, nos lleva hacia el Cerro de las Perdices y un nuevo colladete de 1196 metros. Desde ahí parte un carril que, entre campos de labor y pinar abierto, nos lleva de nuevo al punto de salida donde están los coches.
Hace bastante calor, nos lavamos algo y en María nos damos un homenaje en el restaurante Torrente donde nos sirven una carne riquísima aunque sean las 4 de la tarde. Mucha felicidad. Enseguida más.
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José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.