El corredor del Ubeire o corredor norte del Almirez es una ocasión perfecta para iniciarse en sitios con nieve de cierta inclinación. La pendiente nunca llega a superar los 40 o 45 grados y al estar totalmente cerrado por paredes se tiene una sensación de seguridad difícil de encontrar en otros canutos.
ficha

Fiñana, Sierra Nevada almeriense
finales de enero de 2011
6 h
9 km
900 m
variable
dificultad de conjunto F sup con pendientes máximas de 40 grados; ascensión a una destacada cumbre por un corredor muy estrecho y definido de pendiente suave
ver croquis de la ascensión y ver mapa en iberpix
enlace al track en wikiloc

El invierno parece que se acaba. Por fortuna, quedan muchos meses para seguir disfrutando de la nieve en el Sulayr aunque en estas zonas menos altas de la Sierra Nevada almeriense es mejor adelantarse a los calores no vaya a ser que se nos quede en nada. Eso estuvimos haciendo hace unas semanas cuando nos acercamos al Almirez, un «cerro» que supera los 2.500 metros y que presenta dos cumbres casi idénticas.

El Almirez es la típica montaña de Sierra Nevada en el sentido de que su vertiente sur cae alomada y pacífica con coníferas que sobreviven casi a la altura de la cumbre mientras que la cara norte es complicada, vertical y alpina. Viendo la montaña desde ésta se adivina a la izquierda un corredor estrecho y muy atractivo que gana la cuerda cimera a escasos metros de la cumbre. Más tarde — más abajo, se entiende — se convertirá en una vaguada profunda que da origen al arroyo del Ubeire1No sabemos cuál es el nombre exacto del corredor ni realmente si llega a tener un nombre concreto; se le suele llamar corredor norte aunque hay gente que prefiere hablar del corredor del Ubeire y también corredor de Lubeire arrastrando la ele de la preposición al sustantivo. Nosotros nos hemos quedado con la penúltima..

Este corredor es una ocasión perfecta para iniciarse en sitios con nieve de cierta inclinación. La pendiente nunca llega a superar los 40 o 45 grados y al estar totalmente cerrado por paredes se tiene una sensación de seguridad difícil de encontrar en otros canutos. Únicamente la pala final puede presentar una inclinación superior a la ya comentada por acumulación de nieve o por cornisas aunque es relativamente asequible encontrar escaqueos en esta zona. Por otra parte, la relación esfuerzo/recompensa es muy alta ya que el ambiente es tremendamente alpino y eso siempre gusta, ¿a que sí?

El coche lo dejamos en el camino de servicio de un cortafuegos. Desde ahí tiramos para arriba entre troncos ya desmochados y apilados esperando el despiece. Como ya empieza a ser habitual, Félix me lleva con las pulsaciones a 300 hasta que nos adentramos en el pinar para hacer un breve flanqueo hacia la izquierda buscando el inicio del corredor. Éste se nos presenta justo en el límite de las coníferas con la roca desnuda. Hay algunos arces que ahora duermen el sueño del invierno pero que tienen que darle un colorido especial a esta zona en otoño.



No conocemos el sitio y aunque las fotos que habíamos visto hablan de una ascensión tranquila y sin pasos complicados2Las fotos me las pasó el amigo Andrés M.O. unos días antes. Desde aquí le doy las gracias. preferimos ir sobre seguro. Así pues, antes de meternos en harina nos preparamos con el arnés y el casco no vaya a ser que nos haga falta sacar la cuerda en algún sitio. Enseguida nos daremos cuenta de que no es necesario para nada el arnés. Con respecto al casco yo siempre prefiero llevarlo en zonas estrechas como esta donde te puede caer cualquier cosa de arriba, desde una gota de agua hasta un piano.

Un lugar precioso

Avanzamos con la dinámica que ya empieza a ser clásica en estas salidas invernales. Félix por delante a bastantes metros y yo chupando rueda y cámara. Vemos algunos resaltes sencillos de hielo y nos entretenemos. Así, como quien no quiere la cosa, nos asomamos a las últimas palas donde la cosa se pone más inclinada. Tras una pala de apenas 50 metros salimos a las pendientes finales de la divisoria.

Casi sin darnos cuenta el tiempo se está poniendo malo. Entran bastantes nubes desde levante y un fuerte viento nos hace pasar frío. En lugar de seguir las huellas hacia la cumbre la atacamos directamente por un trepaero que hay mirando a la cara norte: es la filosofía del enredo que me están enseñando, si no te lo da la montaña ya eres tú quien lo busca sin poder evitarlo.

Si es que es precioso este corredor

En la cima buscamos unas rocas y nos comemos un bocata a sotavento. El sol sale y se va y nos regala contrastes, luces y nubes enroscadas como coliflores en la ladera que mira hacia la Alpujarra almeriense. Como se está poniendo la cosa cada vez más negra nos ponemos las pilas y salimos tirando para abajo por el mismo camino sin probar una bajada distinta. No está la jornada para experimentos de orientación.

Y así, encajando las suelas de las botas en nuestras huellas de subida deshacemos paso a paso nuestra ascensión hasta encontrarnos de nuevo en el bosque donde las nubes ya están abiertas y podemos ver los molinos del Marquesado de Zenete. Tras el trámite del cortafuegos ya estamos en el coche quitándonos botas, guetres y mochilas. Queda más de una hora de luz, justo lo que necesitamos para recorrer la pista de tierra y piedras angulosas hasta Fiñana. Y de ahí, para casa.

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José Antonio Pastor González


Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.

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