Sorprendente actividad en la Molata de los Almendros, un castellón de roca sobre la cuenca del Zumeta en el que es posible encontrar restos íberos. Accedemos a su cumbre siguiendo una grieta de descomunales proporciones con algunos pasos de escalada.
ficha

sierra de Huebras, sierra del Segura
mayo de 2014
6 h
11,5 km
645 m
calor, estable
recorrido montañero en el que se precisan técnicas de escalada para salvar un muro de 6 metros con una trepada de grado IV equipada con una reunión de dos parabolts, sin seguros intermedios pero de fácil protección con puentes de roca
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track aquí disponible

En uno de los rincones más recónditos de la cuenca del Segura se encuentra la Molata de los Almendros, un castellón de roca fiero que se yergue sobre el curso del río Zumeta casi 400 metros en la vertical. En un lugar tan mágico eligieron los íberos el emplazamiento del cementerio para las poblaciones que se asentaron en los Macalones, otras dos muelas que encontramos al sur y que están separadas por el curso del arroyo Rivelte.

Esta actividad normalmente se inicia en la Venta Ticiano, lugar clásico para recuperarse de las cuestas serranas y los esfuerzos camineros. Sin embargo, nosotros preferimos dejar los coches en la altiplanicie de Jutia ya que venimos desde Murcia y queremos ahorrar curvas y carretera en mal estado. Así pues, a eso de las 10h30m estamos cogiendo agua en la Fuente del Álamo mientras unas vacas negras nos miran de reojo. Nos dirigimos así hacia los cortijos de Rivelte a los que podríamos llegar por un carril que sale muy cerca del puente. En lugar de caminar por él, optamos por probar el cauce del arroyo que anda seco y muy lavado. De esta forma llegamos en apenas un cuarto de hora a los cortijos. En el trayecto encontramos algunos enebros de porte majestuoso.

Una vez en las casas, en lugar de seguir el camino habitual hacia la cuesta Rivelte marcado como PR, continuamos por dentro del cauce buscando el estrechamiento entre el Macalón de Allá en la margen derecha y el Macalón de Acá en la margen izquierda. En lo alto de estas dos muelas se encuentran los asentamientos íberos que antes hemos mencionado. El arroyo rompe estas dos muelas por una fractura y salva un fuerte desnivel en pocos metros. Es en este punto donde debemos derivar hacia la derecha para buscar el paso por una cornisa muy expuesta y con mala caída. Se trata de un paso sencillo en el que han instalado una cuerda como pasamanos aunque su estado ya es bastante deplorable y, en algunos puntos, incluso se le ve el alma.



La idea ahora es descender hacia el fondo del valle donde serpentea el río Zumeta. Para ello, en lugar de tirarnos todo tieso preferimos mantenernos bajo las paredes del Macalón de Allá y avanzar a media ladera hasta que las curvas de nivel se presentan más amigables. (Luego nos daremos cuenta de que es perfectamente posible descender siguiendo el cauce del arroyo por la margen derecha.) Entre abundantes cornicabras y restos de bancales perdemos muchos metros y encontramos una senda muy perdida que entronca con la principal ya más marcada y que une Venta Ticiano con Góntar.


Preservemos el hábitat de Leonados, Alimoches y Águilas Reales

Con posterioridad a la publicación de este reportaje, el profesional del medio ambiente Rafael Torralba se puso en contacto con esta web para explicarnos que en esta zona está constatada la presencia de buitres leonados, águilas reales y alimoches. Todas ellas son especies protegidas que necesitan un entorno especialmente salvaje para sacar adelante a sus crías. Como esta ruta pasa muy cerca de los nidos es importante que, en caso de abordarla, guardéis las siguientes cautelas:

1) el período de puesta y cría de estas especies se encuentra entre enero y junio, ambos meses inclusive, por tanto, la época ideal para no molestar es el otoño,
2) hacer la actividad en grupos pequeños y poco numerosos, y
3) no vocear, ser muy discretos y silenciosos, sobre todo en la base de los roquedos.

A todos nos interesa mantener la montaña lo más viva posible por lo que esperamos que respetéis estas indicaciones.


Caminamos rápidos ahora por buen camino en dirección a Góntar y en apenas 20 minutos encontramos una nueva bifurcación. El camino principal (izquierda) es un PR que se dirige a Góntar. Nosotros cogemos a la derecha en fuerte subida por un sendero-traza que cada vez coge más pendiente. En algunos momentos llega a perderse pero no hay problema porque ya tenemos encima de nuestras cabezas la impresionante grieta por la que vamos a intentar colarnos hacia lo más alto de la Molata.

Molata de los Almendros

Para ello nos adentramos en la grieta evidente primero por pasos sencillos. Justo bajo un bloque empotrado y tras superar un fácil resalte con roca húmeda encontramos la mayor dificultad del itinerario: un muro de seis metros con una escalada de IV grado. Tanteo la roca y tiene un tacto resbaladizo. Hay una cuerda colgando con nudos para ayudar en la subida pero está bastante vieja. Sacamos la nuestra, pongo un seguro intermedio en un puente de roca con una cinta larga y llego a la repisa superior donde encuentro dos parabolts. Monto reunión y vamos subiendo todos, uno tras otro. La cuerda con nudos cruje cada vez que alguno se ayuda de la misma. Además, está anudada a la chapa del parabolt en lo que claramente es un estropicio anunciado. Es cuestión de tiempo…



Una vez que estamos todos arriba, recogemos el material de escalada y buscamos la parte superior de la grieta. Primero nos colamos bajo un enorme bloque para salir a un amplio pasillo con almeces. A la derecha hay una abertura sobre la que te asomas y ves el cauce saltarín del Zumeta entre los chopos. Pero nosotros vamos para arriba remontando una pedrera hasta un bosquete de latoneros. El lugar es una maravilla, mágico y sorprendente. Estamos disfrutando de lo lindo. Finalmente, salimos a la altiplanicie de la Molata y tras ver algunos de los túmulos buscamos hacia el este la carretera que une Pedro Andrés con Góntar. Llegamos a la misma después de un penoso pateo bajo un sol de justicia y regresamos a los coches a la respetable hora de las cuatro de la tarde. Una jornada magnífica en excelente compañía. Enseguida más y mejor.

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José Antonio Pastor González


Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.

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