sierra Nevada
abril de 2014
7 h
no relevante
800 m de aproximación y 200 de vía
estable, calor
dificultad de conjunto PD sup con pendiente media de 50 grados y algunos resaltes en hielo de 55; se suele hacer en 3 largos con 4 reuniones montadas en roca; atención a la exposición por las paredes de la derecha; atención también a la caída de nieve y piedras de las paredes superiores
pincha aquí para ver el croquis en una foto
track aquí disponible
De la montaña me atrae que es sincera y te pone siempre en tu lugar. Puedes vacilar un tiempo aquí y allá, puedes contar historias en el face y dártelas de mega estrella en los foros pero al final coge ella y de la forma más inesperada, en la intimidad severa de una norte o un corredor helado, te dice: chacho quieto que de aquí ya no vas a pasar. Esto que os voy a contar es, en el fondo, el relato del juego en el que andamos: una lucha continua en la que intervienen a partes iguales nuestros miedos y nuestras ilusiones.
No merece mucho que nos detengamos en los detalles de la vía ni tampoco en las condiciones. En el Alhorí hay varias posibilidades, desde salir pateando suavemente hacia el Picón de Jerés hasta enfangarte y hacer tracción en las cascadas de hielo del circo. Nosotros buscamos una opción intermedia: el corredor diagonal o izquierdo. El primero de los nombres es bien claro: se trata de una clara diagonal que asciende de izquierda a derecha evitando grandes muros de roca compacta. El segundo de los nombres hace referencia a que se encuentra a la izquierda del corredor central, o principal o simplemente corredor del Alhorí. Éste último posiblemente sea la actividad técnica más repetida de las que se realizan en este circo.
Cuando estuvimos haciendo los trabajos del libro y con objeto de aprovechar mejor el viaje, Félix y yo nos repartimos las vías y cada uno se dedicó a un corredor. El maestro hizo el diagonal y yo hice el central. Esta elección no fue casual en modo alguno y se corresponde con el grado de dificultad de los mismos. El diagonal, además de ser quizás algo más inclinado, tiene un grado de exposición mucho mayor pues la línea se dibuja siempre sobre grandes muros en los que una caída resultaría fatal.
Desde entonces este corredor había estado ahí esperando en mi pensamiento. Hace unas semanas se lo planteé a Nino, vimos las fotos, estudiamos la reseña y decidimos irnos para allá a probar suerte. Vamos allá.
Nos acostamos tarde, dormimos poco y madrugamos mucho. Después tenemos más de 3 horas de coche hasta llegar al Postero. Y de ahí, 800 metros para arriba hasta ponerte en la base de la pared con una mochila que ronda los 20 kilos. Es la hora del ángelus cuando llegamos pero todavía debemos esperar media hora más para atacar la vía ya que hay un grupo empezando el corredor y no queremos ir a su rebufo.
Nos sentamos al sol, abrigados por una enorme roca que nos protege del viento y vemos a nuestros predecesores negociar las duras rampas. Tardan su tiempo en ganarle metros a la montaña y nos imaginamos que la cosa debe estar apretada. Cuando ya han hecho dos largos nos metemos nosotros en faena. Tengo sensaciones no muy buenas pero conforme vamos remontando el cono por el que desagua el corredor me animo. Ya no se ve tan cabrón y la anchoa deja de asomar para volver a su sitio.
La R1 la montamos a la izquierda de las cascadas de hielo en la base de la pared. Estamos protegidos mientras escuchamos el ruido del agua bajo el hielo. Es una hora mala para meterse en una vía como esta pero como aquí el sol no pega hasta la tarde, igual tenemos suerte y se mantiene la consistencia del manto. El primer largo se lo trabaja Nino y en la tirada de 60 metros coloca únicamente 3 seguros intermedios. Conforme lo veo subir me alegro porque va suelto y rápido. Estupendo. Esto marcha.
En la base de una roca y fuera de la trayectoria principal del corredor monta la R2. A continuación, desmonto la R1, paso bajo las cascadas donde cada vez caen más trozos de hielo y piedras y me apresuro para evitar el peligro. Recupero todo el material de los seguros y nos vemos las caras otra vez.
– Nino, esto está muy cabrón. Aquí se está cayendo todo. ¿Qué hacemos? Yo me bajaría…
+ Voy a probar a ver cómo está por arriba, a ver si está más protegido.
En lugar de tomar la trayectoria natural del corredor sale por la derecha de la reunión para evitar toda la caída de hielo y piedras. Las cuerdas van muy forzadas porque han de hacer un rodeo tocando la roca pero escucho que mete un clavo en la parte superior. Bueno. Vamos a ver.
Continúa subiendo y le sigo dando cuerda. Cuando lleva más o menos la mitad se detiene y el tiempo pasa lentamente. Por el eje del corredor sigue cayendo mucho hielo y algunos cascotes rebotan en los lados y me golpean en el casco, la mochila y los hombros. No me gusta nada esta situación. Le grito a Nino:
– ¡Chaaaaaaaacho! ¿Qué haces?
+ …
Al parecer está ya bastante lejos para comunicarnos. Permanezco así un tiempo que se me hace eterno esperando el sonido del silbato con el que nos comunicamos en estos casos. Diez minutos, quince, veinte, media hora. La manos se me duermen asegurando, los pies ya están cansados de la misma postura e intuyo que algo raro está pasando porque no está montando reunión pues apenas me ha cogido cuerda. Inquieto vuelvo a gritar con todas mis fuerzas.
– ¡Ninooooooooooo!
Esta vez si me oye y claramente le escucho:
– Jose, me tienes que descolgar.
Le aviso de que estoy listo y que cuando quiera que empiece a bajar. Metro a metro va descendiendo y apenas noto su peso porque se está apoyando todo lo que puede para no sobrecargar el seguro que ha dejado por ahí arriba. Finalmente asoma por encima de la roca donde tenemos la R2 y ya conversamos.
– ¿Qué ha pasado?
+ Nada tío, imposible para mí pasar por ahí. No para de caer hielo y piedras y además la nieve está helada, cristal puro.
– Pues nada, no problema, nos bajamos.
+ Va a ser que sí.
Sigo con el descuelgue y me faltan unos pocos metros de cuerda para que alcance la reunión. Tenemos que aprovechar otro seguro intermedio y finalmente ya estamos otra vez juntos. Decidimos dejar un par de clavos para asegurar el descenso. Bajo yo primero destrepando asegurado por Nino y, a continuación, desciende él rapelando pero sin apenas echar el cuerpo para atrás con objeto de no poner a prueba la instalación más de lo estrictamente necesario.
Cuando estamos otra vez en la base de la pared nos desencordamos y nos dirigimos hacia una piedra grande en el fondo del circo donde da el sol. Tenemos una sensación extraña, no muy frecuente pero sí bien conocida: nos ha tocado bajar sin el caramelo. Aunque, bien mirado, ¿qué mejor premio que disfrutar de la montaña, salir por tu propio pie y recibir una buena dosis de pedagogía de forma gratuita?
El descenso se hace pesado. Salimos a la loma y vemos el refugio del Postero muy lejos, allí abajo. Todavía queda mucha luz y se ven nubes de evolución creciendo al ritmo de las térmicas en la zona del Pozo y Castril. Pienso en lo que hemos hecho mal y por qué no hemos podido subir. Intento ser racional y encuentro algunos motivos lógicos que explican nuestro fracaso. Pero con independencia de estos razonamientos, me quedo con la experiencia de hacer este tipo de montaña, de hacer esta actividad en la mejor compañía, con la cabeza bien amueblada y con el deseo de volver a probar nuestros límites, miedos e ilusiones. Es la adicción a este juego en el que andamos.
fotos
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José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Aunque sé que fastidia bajarse sin «el caramelo», siempre hay que ver lo que de positivo tienen estas retiradas: otra ocasión más para escalar y divertirse (aunque sea sin cima), una oportunidad para seguir aprendiendo, pero sobre todo, la mejor inversión para valorar y disfrutar más y mejor la siguiente ascensión con cima.
Un abrazo
Bueno, yo creo que esto nos ha venido muy bien a los dos pipiolos para saber lo que es ir «sin el jefe» en un fregado de estos. Yo creo que los corredores este año están algo más complicados que cuando estuvimos haciendo el trabajo para el libro. Tienen menos nieve y los resaltes están sin «igualar» por lo que te encuentras secciones y tramos cortos con bastante inclinación.
Además, la nieve estaba helada, pero un hielo de fusión, cristalino, que restallaba con facilidad, y no ayudaba mucho. Pero lo que más determinó que reculáramos fue la caída de hielo y piedras. Si ya tienes que estar tranquilo para meter un pitón, cayéndote de todo nos resultaba un suplicio, al menos para mí. En fin… excusas 😀
¡Un abrazo y ya volveremos para terminarlo!
Muy bueno el relato, y muy ilustrativo. Vaya tela la cantidad de piedras y hielo que se ve caer en el video. Una chinita de esas cuando coge velocidad es un verdadero proyectil. Creo que hicisteis muy bien en retiraros.
Con los años que llevo frecuentando la sierra y eso corredor aun no he tenido oportunidad de hacerlo. A ver si este invierno cae..
un saludo
Andrés
Muchas gracias Andrés. Es un corredor muy estético, sobre todo cuando no está muy cargado de nieve porque tiene un par de estrechuras preciosas. Te lo recomiendo.
Luego miraré con tranquilidad el regalo de carpeta que me pasaste por Dropbox. Un abrazo y a seguir así!!!
Buenas.
Precisamente, al hilo de este tema, acabo de volver del Pirineo y no hemos hecho nada de lo planteado. No como en tu caso por riesgo objetivos, mas bien por sensaciones «subjetivas», el cuerpo no nos pedía exposición y tiramos para el cerro de al lado..(En pirineos siempre hay un caramelo de consolación que no defrauda). Tengo que reconocer que en ese momento te quedas con la moral tocada, pero enseguida le sacas partido y se aprende mucho, de nosotros y de nuestra relación con las montañas.
Las fotos que te mandé son de la actividad que hicimos a primeros de mes (via paralela a la «pequeño Nacho»). Muy bonita y elegante. Epero os de ideas para futuras ascensiones por esa vertiente.
Un abrazo
Andres
Andrés, has dado con la clave: «se aprende mucho, de nosotros y de nuestra relación con las montañas».
De nuevo, gracias por las fotos. Me has dado ideas malísimas para la temporada que viene. Un abrazo y a seguir en la brecha 🙂
Ufff, pero qué repelús me da leer la crónica!! Menos mal que tuvisteis cabeza para dar la vuelta a tiempo. En el vídeo ya se ve que no paran de caer rocas y hielo… vaya tela!! Lo importante de las rutas es poder tomarse las cervezas al final, y eso seguro que lo hicisteis con mucho gusto 🙂
Jejejeje… tienes toda la razón. Luego paramos en Venta Quemada y los huevos fritos con pimientos y patatas a lo pobre regados con cerveza nos terminaron de quitar el escozor por no haberlo subido. A seguir creciendo 😉
Muy interesante Jose Antonio, me alegro de que tomarais la decisión acertada. Una chulada la foto con más nieve y la foto con menos nieve.
Gracias Ginés. Es sorprendente lo que puede cambiar el aspecto de la montaña de una temporada a otra. Por eso es tan complicado catalogar la dificultad de estas actividades.