sierra Alta de Siles, sierra de Segura
noviembre de 2011
día y medio
85 km
2680 m m
lluvia, viento, frío
actividad siempre por carriles, pistas y carreteras sin tráfico; no hay tramos técnicos que requieran especial habilidad aunque la subida al Puntal de la Misa está muy rota en el tramo final
croquis no disponible
track disponible aquí
En esta relación mía con la montaña está todo pactado. Y así, sostenida por un vínculo íntimo y muy antiguo hay una máxima común a los matrimonios: ‘en lo bueno y en lo malo’. A menos que se ponga en juego la seguridad personal y la integridad del equipo — y eso es sagrado e irrenunciable — procuro ser fiel a mi compañera incluso en los días malos, esos en los que se levanta furibunda, ventosa, opaca y gris.
Cuando salimos pedaleando de Siles nos parece un milagro estar montados en las burritas bajo las choperas camino de las Acebeas. No en vano, apenas hace una hora estábamos cruzando el puerto del Arenal con los coches bajo una lluvia densa y cerrada; y hace menos de media nos equipábamos en esa avenida tan bonita de Siles con los plátanos dorados, unos grados de temperatura por encima del cero y la amenaza del cielo gris enganchado en el cerro de Bucentaina.
Pero aquí estamos. Hemos superado la guerra psicológica de la meteo adversa y remontamos las curvas por encima de la Peña del Olivar levantados sobre el manillar y cogiendo calor en cada una de las revueltas de la carretera. El puerto de Siles se hace largo y duro y a la altura del antiguo seminario nos adentramos en las nubes. Cuando volcamos hacia la cuenca del Segura nos protegemos tras un robusto quejigo para reagruparnos y a los pocos minutos ya nos hemos adentrado por el carril del Tus.
Cuando llevamos unos metros en la tierra pido una parada para confirmar que estamos en el sitio bueno. La densa niebla me tiene muy despistado y no ubico los accidentes del terreno. Pero todo está bien. Enseguida comenzamos un fuerte descenso y reconozco el camino que acompaña al barranco de Virgaza hacia el Saltador. En la bajada de los Calarejos hay un 4×4 de cazadores aparcado y se ve vida y movimiento en el cortijo de la Majada, toda la que ya no tiene el de Cardeña donde nos detenemos para hacer un par de fotos, admirar el perfil del Rayo y comernos un bocata.
En esas va y se pone a llover fuerte así que nos colocamos bajo un bosquete de encinas con muchos pies y un único techo de hojas coriáceas. Esperamos a que el cielo se descargue masticando chorizo, salchicha, chocolate y fruta. Es la terapia del estómago lleno que advierte: ‘las decisiones mejor tomarlas con la tripa llena’. Hace un frío intenso y algunos ya no sabemos si tenemos dedos en los pies. Parece un buen momento para la reflexión: ¿hemos hecho bien en venir? ¿nos permitirá disfrutar algo la jornada este día tan adverso? Desde luego, ahora mismo y aquí, con la badana mojada, los huesos húmedos y las gafas empañadas parece que no.
Justo cuando el frío ya empieza a ser insoportable para de llover. A Dios gracias. De este modo, aunque las nubes nos envuelven, el viento azota las copas de las encinas y rompe el temporal en los contrafuertes del Rayo y el Caquirucho, sacamos fuerzas — no nos queda otra — y retomamos el camino en fuerte descenso hacia el curso del Tus y la cascada del Saltador que ahora tiene un ambiente otoñal muy distinto a mis recuerdos de cuando estuve por aquí dándome un baño en Julio.
Para cruzar el Tus y no mojarnos los pies tenemos que hacer equilibrios entre las piedras mojadas con las botas y las calas. Nos ayudamos para cruzar las bicis con las alforjas y enseguida estamos remontando por el arroyo de la fuente del Tejo. El entorno de Navalasna se nos presenta sobrecogedor, gris, oscuro y salpicado del colorido de los arces, robles, avellanos y serbales. El carril remonta encerrado entre bordillos calizos hacia el cortijo del Rincón y de ahí engancha con la pista principal que comunica Jaén con Albacete por el centro de los calares.
Nuestro plan inicial nos dice girar a la izquierda buscando el Espino y la piedra de Góntar. No obstante, vuelve la lluvia, el viento arrecia y tras un pequeño sanedrín el consejo decide recular y escaparnos a la carretera de asfalto para descender al hotel. Está visto que hoy ya hemos disfrutado todo lo que nos tocaba.
Así que giramos a la derecha y tras unos pocos kilómetros de carril aparecemos en la era del Fustal. El ambiente es totalmente irreal y la casa de Navalcaballo apenas se intuye entre la niebla. Por suerte, ha dejado otra vez de llover y el terreno es muy favorable. Ponemos la cacerola y a más de 30 disfrutamos el pinar, la umbría, los jirones de niebla, los muslos congelados y los dedos amputados. Somos lágrimas en la lluvia — lágrimas de dolor, se entiende — que pasan rápidas y sin memoria alguna de los paisajes avistados.
Tras el llano de los Prados de la Mesta y un par de curvas más llegamos al cruce de Arroyo Canales y Río Madera. El hotel nos espera. Nos acoplamos a nuestro apartamento: ducha calentita, cola caos, cervezas, cascarujas, pipas, cartas, dominó… y afuera en la ventana que no deja de llover mientras el viento remueve las últimas hojas de los chopos y las levanta hacia la noche.
Al día siguiente, cuando suena el despertador y levantamos las persianas las nubes siguen cerrando el cielo pero unos pocos rayos de sol nos dan esperanza. Quizás, hoy la jornada se presente mejor.
Tras el desayuno nos abrigamos y retomamos el camino. A la altura del campamento de la Morringa cogemos un carril que asciende en paralelo al arroyo de las Tres Aguas, en el flanco meridional del calar de los Caracoles y el calar de Peñarrubia. El sol sigue ganando fuerza y nos cruzamos con excursionistas y varios 4×4 de cazadores que andan por el fondo del arroyo.
En apenas media hora doblamos un breve collado — el de Prado Puerto — y descendemos hasta Prado Maguillo que nos recibe con las hojas de los chopos ya casi todas en el suelo y una luz tímida que se cuela entre las brechas del poyo Gavilán y el Calarico. Nos encantaría estar arrimados a cualquiera de estos hogares en los que, a buen seguro por cómo humean las chimeneas, arde el fuego que más tarde cocinará unas migas o unos gazpachos.
Pero no nos toca en la jornada de hoy disfrutar de estos placeres. Nuestro mundo es otro: el de las cuestas, la nieve, las nubes, el frío y los bocadillos de filete. Dicho así parece una tortura — y lo es — pero os puedo asegurar que, en comparación con un asado de cordero, hasta el más triste y rancio de los bocadillos sabe mejor después de haberte encaramado a una montaña como el Puntal de la Misa, así que para allá que nos vamos.
En el cruce, junto al cortijo de la Cañada del Saúcar decidimos quién sube y quién no. Al final engañamos a los más reticentes y en pocos minutos nos encontramos todos remontando las más fuertes pendientes del carril que asciende al calar del Cobo. La parte que hay entre pinos la llevamos bien pero una vez que alcanzamos la plataforma del calar el viento sopla muy fuerte y prácticamente nos tira de lo despacio que vamos. Además, el piso es de piedra suelta y angulosa que dificulta muchísimo la progresión.
Nada más llegar a la cumbre nos damos cuenta de que el refugio forestal está abierto así que nos metemos para abrigarnos bien y hacernos unas pocas fotos. Toda la fachada norte desde Revolcadores hasta sierra Seca pasando por el Taibilla, las Cabras y la Guillimona está a reventar de nieve. Miramos también hacia los Campos pero ahí las nubes están más enganchadas y no se aprecia nada aunque a buen seguro que también están nevadas.
Antes de quedarnos como pajaritos descendemos hacia el cruce donde hemos escondido las alforjas. En apenas unos minutos estamos comiendo sobre la hierba con el aliciente de un sol otoñal que se cuela entre las nubes bajas. Vaciamos las alforjas, dejamos las bolsas de la comida bien vacías y nos ponemos otra vez con los pedales antes de morirnos de frío.
Nos quedan unos kilómetros de puerto hasta la piedra de Góntar que se me hacen eternos. Mis compañeros conocen bien lo mal que llevo las digestiones en los puertos así que aprovechan para acelerar y darme collejas. Echo un vistazo con el rabillo del ojo a los valles que tengo a mi izquierda y la mirada se me detiene en dos lugares: 1) el aceral de la ladera del calar de Peñarrubia y 2) la aldea abandonada de la Cuesta del Majano. Habrá que visitarla más pronto que tarde.
A partir de la piedra de Góntar todo es descenso. Nos abrigamos a cañón y en un suspiro ya estamos entroncando con la pista principal en el arroyo de la Fuente del Tejo. Ahí nos toca remontar unos kilómetros hasta el collado del Ventano ayudados por la poesía de los arces y la delicadeza de los robles cuyas hojas revolotearon hasta las cunetas y rodadas de la pista hace ya casi un mes.
Alternamos tramos hacia arriba con breves descensos hasta que nos ponemos en la carretera de las Acebeas. El tiempo sigue mejorando, el frío aumentando y la luz limpia saturando la exhibición del otoño en este bosque atlántico que pervive como último reducto en el sur. Una vez superado el collado que separa las cuencas descendemos sin tocar pedales hasta el cruce con la carretera principal. Desde ahí, apenas kilómetro y medio remontando las últimas cuestas hasta el centro de Siles y ya estamos de nuevo en la avenida de los plátanos que no sé cómo se llama. La espesura de las copas de estos falsos arces oculta los últimos rayos de luz que superan las pendientes del cerro de Bucentaina. Hemos obtenido nuestra recompensa por haber sido valientes: la sierra ha premiado nuestro atrevimiento regalándonos las mejores luces que anuncian ya el invierno. Es tiempo de soñar y recogerse junto a la lumbre. A ello vamos.
fotos
en sierra alta de siles

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Preciosa toda la ruta, si señor. Aunque viendo la foto de la cascada del saltador me entristece darme cuenta que se me ha pasado el otoño casi sin salir al monte… espero espabilar para el siguiente. Saludos!
Muchas gracias Raúl por visitar y participar 🙂
Otoños seguirán habiendo, y muchos más… seguro que te desquitarás en el próximo haciendo estupendas fotografías. Un saludico
llego tarde, pero que decir de tan esplendoroso recorrido otoñal por esas sierras de dios, vamos una pasada de recorrido, un diez y pico y con la que estaba cayendo valientes……..saludos
BUeno Diego, nos la jugamos y tuvimos suerte 🙂
Lo cierto y verdad es que la sierra estaba con sus mejores galas
Sifón siempre nos guias hacia rutas especiales y sabes darle la pluma que necesitan. La crónica está a la altura de lo que supuso el finde. Algunos tuvieron ocasión de demostrar que no se habían equivocado con sus compras gore tex a pesar de que la prenda era una talla más grande..
Aleeeeeee
Ostias rosetón… se me había pasao este comentario… se ve que con el disgusto del Barsa de este finde jejeje…
La verdad es que el gore resultó impresincidible, pero una vez pasado el trance y visto que:
1) le viene grande
2) no lo va a volver a usar
entonces debería regalártelo como buen hermano 🙂
Enhorabuena por la ruta y por la crónica… a
ver si alguna vez con suerte coincidimos o mejor aún… organizas alguna
ruta y/o convivencia con la gente que te seguimos tipo «amigos de
montañas personales» y nos haces de Cicerone por la Sierra. Saludos desde Granada.
Muchas gracias Miguel… pues habrá que ir pensando sobre el tema jejeje… sería un puntazo total 🙂
Que sepas que este invierno me he planteado, entre otras cosas, merendarme Baza y Filabres desde una punta a la otra.
Pues me parece un plan estupendo. La Sierra de Baza
es una apuesta segura por muchos motivos y además la zona que la une con
los Filabres guarda el encanto de la soledad y aislamiento provocada
por la desaparición de las cortijadas y aldeas surgidas de los
años de explotación minera. Imprescindible es pasar por la Cortijada del
Tesorero (lat 37º 16′ long 2º 43′) situada a 1.600m de altitud
acompañando al arroyo de Uclías y encajada en un entorno sacado de una
postal. Desde esa zona se puede enlazar con la cuerda que atraviesa de
Oeste a Este la parte alta de los Filabres sosteniendo casi los 2.000m
de altitud y pasando por el observatorio de Calar Alto.
Cuenta conmigo para la logística, planteamiento, etc… o en lo que
pueda conocer de la zona y si cuadra o encarta pues acompañarte (en
función de la fecha en la que quieras hacerla y de la duración… todavía
me queda algún día suelto de vacaciones guardado en la manga… je je
je… ).
Saludos.
Muchas gracias Miguel por la info tan valiosa que aportas 🙂 La tendré en cuenta para planificar ese recorrido por Filabres… y te avisaré por si te cuadra, claro que sí. Ya te contaré.
Un saludo y hasta pronto.
Se nota que disfrutaste Sifoni; se ve en cada párrafo que nos hacía falta uno par de días como aquellos. Nunca se busca el frío, la lluvia… pero cuando vienen parece que le dan un giro inesperado a todo, dejando muy buen sabor de boca. Me han sorprendido las fotos, sinceramente no creía que saldrían tan bien. Espero no esperar hasta Mayo para que mi burrita se reencuentre con el Parque. Un saludo y enhorabuena, has reflejado, fielmente lo que cada uno sentimos.
Me han sorprendido las fotos, sinceramente no creía que saldrían tan bien
Sabes tú que las Nikon tan baqueteadas como la mía dan su mejor rendimiento en circunstancias difíciles. Gracias Migueli y por supuesto que no esperaremos a Mayo.
Qué pedazo de ruta en bicicleta que os marcásteis. Sólo «sobró» la lluvia, porque los demás elementos, nubes bajas, frío, colores de otoño, hicieron las delicias de vosotros, a pesar de sufrir encima de las «burritas». Y a veces hay que ser valientes.
Hay que estar acostumbrados a todo. La lluvia no es lo más indicado para la bicicleta pero era este fin de semana o ya se nos iba la cosa muy para adelante, y habían muchas ganas de salir…
Buenas fotos y colores de otoño.
Carlos Penalva. Madrid.
Gracias Carlos… un saludico y a empezar a disfrutar ya mismo de la nieve ¿verdad?
«procuro ser fiel a mi compañera incluso en los días malos, esos en los que se levanta furibunda, ventosa, opaca y gris»….espero que esto o digas por la bici
o por la montaña….
En efecto, lo decía por la montaña. Bien lo sabes tú.
Por supuesto, por supuesto… Dios me libre 🙂
Doy fe de la dificultad que tiene el terreno, pero es ámpliamente
recompensado por la espectacularidad de estos paisajes. Nuestro grupo «Blues&Bike»
hizo buena parte de esta ruta a mediados de octubre, cuando la
climatología era venévola, y ya resultó durilla, así que imagino el
agotamiento de los de «Pastor». Mi más sincera enorabuena por el
relato…es genial.
Muchas gracias 🙂
Recordé cuando hablamos de la subida al puntal y del tema de ‘echar el pie a tierra’. Ninguno de nosotros consiguió llegar hasta la caseta dando pedales exclusivamente. Las pendientes del final son brutales, sobre todo la última rampa que hay para alcanzar el refugio.
Poco se puede añadir a lo que has escrito. Hace justicia a las sensaciones que me acompañaron en las subidas de las dos etapas. Lo que se lee y lo que se ve es tal cual fue, y mereció con creces vivirlo en buena compañía. Intuyo que has disfrutado de las jornadas «casi» tanto como yo, jeje.
Sí que disfruté, vaya que sí… pero no tanto como tú que con los tendones locos nos sacaste a todos de punto 🙂
Eres un entusiasta¡¡ de otra manera te seria dificil disfrutar en esas condiciones y por lo que parece lo haces a tope, tambien llevas buena compañia que es importante, una vez estube de visita en la Toba y desde la carretera que pasa por Anchuricas mirabamos las cumbres imposibles de enfrente y mira por donde hoy he visto una foto de uno que a subido hasta alli en ¡¡Bicicleta¡¡ increible.
Un saludo.
Eres un entusiasta¡¡ de otra manera te seria dificil disfrutar en esas condiciones y por lo que parece lo haces a tope, tambien llevas buena compañia que es importante, una vez estube de visita en la Toba y desde la carretera que pasa por Anchuricas mirabamos las cumbres imposibles de enfrente y mira por donde hoy he visto una foto de uno que a subido hasta alli en ¡¡Bicicleta¡¡ increible.
Un saludo.
La clave es la compañía. Sin mis colegas sería mucho más difícil afrontar estos marrones… La próxima vez que te acerques no dejes de subir al Puntal de la Misa que te va a sorprender 😀
Eres un entusiasta¡¡ de otra manera te seria dificil disfrutar en esas condiciones y por lo que parece lo haces a tope, tambien llevas buena compañia que es importante, una vez estube de visita en la Toba y desde la carretera que pasa por Anchuricas mirabamos las cumbres imposibles de enfrente y mira por donde hoy he visto una foto de uno que a subido hasta alli en ¡¡Bicicleta¡¡ increible.
Un saludo.
Supongo que no son de este finde, si no del anterior ¿no? muy guapas las fotos, aún no se ha terminado el reportaje de Cieza a Cazorla y ya adelantas con este…
Cierto Juan, son del fin de semana anterior que hizo mucho más malo. El reportaje de Cieza está a punto de acabar, pero es que quería darle salida a éste por el tema de la actualidad…
vaya que sorpresa mas buena, sois unos valientes si, y ya la subida al puntal tela, me alegro que todo os saliera bien, este otoño es impresionante , estoy disfrutando de el a todo gas…… saludos a todos los bteteros de esta ruta…
Ya sé yo Diego que no estás dejando rincón de Segura sin visitar en estos meses… al final te sabrás hasta dónde está cada chopo y cada arroyuelo 🙂