Cuando vemos un corredor de frente siempre nos parece mucho más empinado de lo que en realidad es. Cuando ascendemos por una rampa de nieve nos preguntamos cuántos grados de inclinación tiene y nos equivocamos por exceso. ¿Por qué?

¿Por ahí vamos a subir?

Pongámonos en situación. Subimos desde el refugio de Poqueira todo el río Mulhacén hasta el collado del Ciervo. Nos asomamos a la cara norte del Mulhacén y a su izquierda, antes de que comience a definirse la vertiente oeste de la Alcazaba, se encuentra el canuto de Siete Lagunas que da acceso a la cañada con el mismo nombre. Cuando uno se asoma ve este panorama:


Canuto de siete lagunas

Lo cierto y verdad es que el canuto no tiene una pinta amigable. Puede ser que lo hayamos pillado en un día malo. Por ello, vamos a echarle un vistazo a otra toma de un día diferente:


Canuto de siete lagunas. Otra toma

Sigue teniendo mal aspecto el condenado aunque, en esta ocasión, al tener menos nieve, la cosa parece menos fiera. Vencida la primera impresión y simplemente por curiosidad decidimos acercarnos hacia la base del canuto. Bajamos toda la pala de nieve hacia la laguna de la Mosca y miramos insistentemente hacia el toro, a ver si sigue encarando revirado. Entonces nos damos cuenta de que su mirada cambia algo:


Canuto de siete lagunas de costado

Y así nos vamos animando. Tras la penosa travesía a media ladera bajo la norte del Mulhacén alcanzamos la base del corredor. Comenzamos a subir muy confiados y de buen humor. ¿Y eso por qué? Pues porque la faena se presenta así de tranquila:


Canuto de siete lagunas. Otra toma

En realidad, lo que ha ocurrido es que nuestra percepción visual nos ha jugado una mala pasada. Al verlo de frente hemos creído tener ante nosotros una pared de nieve casi vertical y luego ha resultado un itinerario mucho menos complicado — aunque nunca fácil, por supuesto. Al llegar a casa, echamos mano de nuestra base fotográfica y visualizamos el canuto de perfil. Lo que nos encontramos es esto:


Canuto de siete lagunas. Vista de perfil

Moraleja: las cosas vistas de frente parecen mucho más empinadas de lo que en realidad son. He intentado encontrar una explicación a este tema y la única que se me ocurre es la siguiente. Cuando miramos de frente el corredor la parte de abajo está más próxima a nosotros que la parte final del mismo. Sin embargo, al tratarse de una superficie homogénea — en este caso nieve — nuestro ojo no es capaz de percibir la diferencia de distancia, de profundidad, entre la base del corredor y su parte final.

En otras palabras: percibimos todo el corredor en un mismo plano vertical a nuestra línea de visión por lo que nos parece una pared. Este efecto es extremadamente acusado cuando nos hallamos en pendientes nevadas sin referencias. En presencia de árboles, personas o simplemente la huella de paso de otros alpinistas la cosa puede cambiar y mucho.

Este fenómeno también es muy frecuente en la percepción que tenemos los ciclistas en las largas rectas con pendiente. Si ésta es grande, cuando vemos la carretera desde lejos nos parecen un muro, más aún si la calzada en cuestión no tiene señalización horizontal y otros elementos próximos como árboles o casas que nos sirvan de referencia.

Otro ejemplo clásico en montaña de esto que estamos comentando es el famoso canuto del Veleta. Al asomarte a las Posiciones ves semejante y hermoso monstruo:


Canuto del Veleta. Visión frontal

Una vez que has descendido al corral y en la base del mismo la apariencia comienza a cambiar:


Canuto del Veleta. Otra toma

Más aún, si lo miras de perfil como, por ejemplo, cuando estás en la cumbre de los Machos. Entonces sí se aprecia la verdadera pendiente del tema:


Canuto del Veleta. Vista de perfil

Ojo que no estamos para nada afirmando que éste sea un recorrido sencillo. Al contrario, es un itinerario alpino exigente en el que nunca se puede bajar la guardia. Aún así, las principales dificultades se encuentran en las zonas de travesía inferiores, antes de comenzar el canuto propiamente dicho. Precisamente ahí, en función de las características de la nieve — cantidad, consistencia, disposición — la cosa puede cambiar mucho.


¿Cuántos grados tiene la pendiente?

El factor que más determina la progresión en nieve es, además de su consistencia, cantidad y estado, la inclinación de la pendiente en la que nos encontramos. Siempre que he intentado estimar a ojo la inclinación en una pala de nieve nunca he llegado a un resultado convincente1Hay un método que utiliza el piolet y es relativamente sencillo.. El caso es que si le preguntas a cualquier montañero: ¿cuántos grados tiene el embudo de la Sagra? las respuestas serían, como poco, muy variadas.

He rebuscado entre mis fotos alguna que sea lo bastante fiable para dar una cifra aceptable. La que mejor creo que funciona es la siguiente2Está claro que esto es un método aproximado. En realidad, para que las líneas rectas midieran exactamente la pendiente la foto debería estar tomada en la dirección perpendicular a la ladera, algo que no ocurre, pero lo damos por bueno…:


Pendiente en el embudo de la Sagra

Otro ejemplo es el corredor del Alhorí, en los 3miles orientales de Sierra Nevada. La siguiente foto está tomada en el estrechamiento, en la sección donde la pendiente es más severa:


Pendiente en el corredor del Alhorí

Y para terminar, una instantánea recogida en la Baca—Pinilla, una vía de la norte del Mulhacén que discurre a la izquierda de la normal. Esta imagen está tomada en una gran pala de nieve intermedia que hay más o menos a la mitad de la vía:


Pendiente en la Baca—Pinilla, cara norte del Mulhacén

Bien. ¿Por qué estamos tratando aquí el tema de la pendiente? Yo creo que, en general, siempre tendemos a sobreestimar los grados de inclinación en nuestras ascensiones. Hay algo psicológico que, cuando vamos subiendo por una pala, por un corredor, nos impide ser certeros a la hora de dar una cifra más o menos fiel de los grados de inclinación.

Normalmente, nos damos cuenta de que hemos inflado nuestra apreciación en relación a los grados cuando vemos las fotografías de los sitios en los que hemos estado. Nos decimos a nosotros mismos: ¿dónde está aquí reflejada la inclinación del canuto o de la vía? Es tal la sensación de que la fotografía no refleja la realidad que incluso en ocasiones nos da por inclinarlas3Tanto en el mismo momento de la toma como posteriormente con algún programa de retoque fotográfico para representar, de un modo más fiel, las sensaciones reales que vivimos en ese momento.

Un par de ejemplos extraídos de la red4Evidentemente, no cito la URL ni la autoría de estas fotos porque no procede. Están colocadas en este reportaje para ilustrar algo que todos hemos experimentado: el hecho de que las fotografías no reflejan ni de lejos las pendientes en las que nos hemos movido. podrían ser los siguientes. En este primero podemos observar como los empotradores que cuelgan del arnés están en una posición de equilibrio irreal (también le pasa lo mismo al cordino amarillo que cuelga):


Fotografía original


Fotografía real

Y ahora un nuevo ejemplo5En ningún caso valoramos o juzgamos a los autores de estas fotografías. Ambos son excelentes montañeros y alpinistas (conozco sus realizaciones) y creyeron conveniente tomar la foto con esa inclinación o girarla posteriormente. También podría ocurrir que las fotos fueran reales. En ese caso, pido disculpas por anticipado y rogaría que me corrigieran si me estoy equivocando.. Observemos como la cinta que cuelga de la mochila no está en posición vertical. Podría ocurrir que una ráfaga de viento la estuviera inclinando de esa manera, pero si miramos con atención al pitón (¿clavo, tornillo de hielo?) que le cuelga del arnés, éste también está inclinado de la misma forma, en paralelo a la cinta. Podría ocurrir entonces que la posición del pitón, casualmente, sea paralela a la de la cinta movida por el viento, pero no parece probable.


Fotografía original


Fotografía real

En cualquier caso, la conclusión para mí es que no tengo una explicación razonable a este efecto óptico por el cual sobreestimamos la pendiente en la que nos movemos. De esta forma podemos concluir que:

– cuando estimamos los grados de una pendiente solemos pasarnos en la inclinación
– cuando hacemos fotografías de pendientes con nieve, en ellas no se refleja fielmente la inclinación del sitio
– en consecuencia, una práctica habitual consiste en modificar las fotografías para que intenten reflejar el ambiente que vivimos en la ascensión

Bien. Pues me guardo para el siguiente post otros efectos ópticos muy frecuentes que experimentamos en la montaña, a saber:

– la visión del segundo de cuerda: las cosas desde abajo se ven más fáciles
– la altura de las montañas en relación a las vecinas
– la escala en las montañas en ausencia de referencias

Enseguida continuamos.

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José Antonio Pastor González


Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.

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