Con motivo de la segunda edición de nuestra publicación en Desnivel y movidos por la nostalgia recuperamos algunas imágenes y anécdotas de nuestro viaje a lo largo de la Iberia más pura, entre Sevilla y Astorga.

Estas últimas semanas hemos estado revisando el libro de la Vía de la Plata que sacamos con Desnivel hace ahora 5 años. El motivo es porque la primera edición estaba agotada y además necesitaba varias actualizaciones importantes. Hoy mismo me han confirmado que el libro ha salido de la imprenta y que ya puede adquirirse por internet estando pendiente su distribución en las librerías en pocas semanas.

Mirando las fotos, releyendo los textos y repasando los mapas uno no puede evitar sentir nostalgia de un viaje que hice en solitario y que me costó muchísimos esfuerzos, muchos más de los previstos. En esta entrada del blog os voy a contar algunos detalles de lo que se coció entonces y que, evidentemente, no tienen reflejo en la guía impresa.



¿Vamos bien?

Todo empezó con una visita a Desnivel. Ellos me buscaron para hacer un reportaje en Grandes Espacios sobre Cazorla y a raíz de ese primer contacto me acerqué a la editorial para proponerles hacer una guía de bicicleta. Por aquél entonces yo estaba muy metido en el mundo de la BTT y me apetecía mucho acometer un proyecto de esas características.

Enseguida me ofrecieron su apoyo y su propuesta consistió en hacer una guía sobre la Vía de la Plata. Adelante pues. Era mayo de 2007 y tenía tiempo de sobra para planificarme. Tuve un verano de mucho meneo (Eslovenia en BTT, Alpes, Escocia) y a finales de Septiembre me organicé para hacer la Vía en Octubre.



Tierra de Barros

Como tenía que pedirme días laborables aproveché el puente del 12 de Octubre y me lancé a la aventura. Mis padres se ofrecieron a llevarme a Sevilla y luego se quedaron haciendo turismo y degustando las cosas buenas de Andalucía y Extremadura, que son muchas.

En total disponía de 8 días completos para hacer los 720 kilómetros entre Sevilla y Astorga. Un reto de 90 kilómetros diarios que, a priori, pensaba asumible. Me guardaba en la recámara hacer etapas centenarias una vez ganada la meseta por si los primeros días no daba la talla con la planificación.



Acueducto en Mérida

Como siempre, en un viaje largo de estas características, el día a día te va poniendo en tu sitio. Desde el principio fui consciente de que no iba a completar la Vía en el plazo previsto. Ya en la primera etapa me dejé algunos kilómetros sin hacer — los que separan Almadén de la Plata del Real de la Jara — por lo que hice un reset en el sistema y me preparé para abarcar el máximo posible pero sin agobios.

¿Los motivos de no cumplir los planes? Fueron varios:

1) un trazado mucho más quebrado, trialero y duro de lo esperado
2) mucho barro en determinadas zonas que me obligaron a darlo todo
3) tenía que ir tomando continuamente notas y fotografías



Arco de Cáparra

En líneas generales hacía unos 75 kilómetros diarios cuando debería estar haciendo 90. Esto se tradujo en que, al acabar los 8 días, tuve que llamar para que en lugar de que me recogieran en Astorga lo hicieran en Salamanca, a 200 kilómetros de Astorga. Así que Lourdes, Salva y María del Mar fueron a buscarme a Guijuelo, donde les esperé en la plaza del pueblo jugando al balón con la chiquillería.



Calzada de Béjar

Evidentemente, tenía que terminar el trabajo. Esperé hasta las Navidades y después de año nuevo, los primeros días de Enero de 2008 fui con Lourdes y completé las etapas que me faltaban entre Salamanca y Astorga ahora ya sin peso y con coche de apoyo, aunque con muchísimo frío y unas nieblas densas en los vados de los ríos.



Pico de la Dueña, punto más alto del viaje

La primera edición salió a la luz en la primavera de 2008. Era mi primer libro fuera del ámbito profesional y me supo a gloria. Hoy, cinco años después, he mantenido el contacto con Desnivel con quienes he publicado un libro más — el viaje del Danubio — así como otro proyecto pendiente que saldrá a la luz a finales del presente año. Desde aquí quiero agradecer a todo el equipo de la editorial la oportunidad que me han brindado de contar las cosas que me gustan a través del papel impreso. Pero muy especialmente quiero dar las gracias a Carmen Samper por su confianza en todos estos proyectos. Sin su buen hacer y capacidad de trabajo, jamás habrían visto la luz.

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