Estoy revisando algunas carpetas de fotos y he entrado en la correspondiente a nuestra primera expedición a Alpes en el 2006, en nuestro primer intento al MontBlanc. Las fotos en una ascensión de este calibre dependen de muchos factores: meteorológicos, anímicos, técnicos, etc. No estoy demasiado satisfecho ni de las que sacamos en el 2006 ni de las que nos trajimos — junto con la cumbre — en el 2007. Aún así, me ha llamado poderosamente la atención esta imagen sacada por Bernardo con su cámara:
En ella se puede apreciar perfectamente como el fuerte viento está azotando la montaña — con rachas superiores a los 80 km/h en la arista de Goûter — mientras me tomaba un respiro en las proximidades del glaciar de Tête Rousse. Es una imagen que retrata fielmente las sensaciones que estaba teniendo en mi primer encuentro con el mítico MontBlanc: desasosiego, incomodidad, incertidumbre, frío… impresiones que se plasmaron más tarde en la resolución de la expedición cuando en la cota 4300, en las proximidades de Vallot, fuimos los últimos — junto con una pareja de checos — en dar marcha atrás y regresar al valle. Veinticuatro horas antes habíamos sido testigos de un accidente mortal en el que una cordada de cuatro personas se despeñaba arista abajo. Evidentemente, este hecho también influyó en nuestra percepción de las cosas hasta el punto de que nos dimos por satisfechos regresando vivos al valle frente a una situación meteorológica severa y adversa.
Me llama especialmente la atención mi rostro, cansado, serio, ensimismado y también mi mano izquierda, soleada, extendida sobre las rodillas buscando el calor del sol y el contacto con mi peto negro que había absorbido parte de esa energía. La mansedumbre de esa mano, la laxitud con la que se apoya en la rodilla, refleja de modo fidedigno nuestra actitud frente a la montaña: nos plegamos a sus designios para no ser sometidos a su crueldad.

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Gracias Jordi… lo primero es lo primero 🙂 Mi lema es «agárrate a tu padre»… y no arriesgar jejeje…
Pues enhorabuena por partida doble. Por haber conseguido subir en 2007 al Montblanc y por haber sabido en 2006 decir no a esa ascensión. Lo primero es lo primero.
-Ferrán Latorre, uno de los grandes dentro del alpinismo español. Dijo recientemente, “Una vida vale más que una montaña”.
-José, con tu exposición, has dicho exactamente lo mismo. Es algo que muchas veces se olvida. Mejor, regresar y contarlo, que coronar y no poder disfrutar de ello.
-Cada día me sorprendes un poco más, con tus hazañas.
-Un saludo.
Amigo Paco, coincido contigo plenamente: mejor bajar y contarlo. Muchas de las tragedias se producen por ambición, por no medir las fuerzas y por querer subir a toda costa. No merece la pena arriesgarlo todo: la montaña no se va a mover. Un abrazo.
@oberkland: si en realidad es un truco de photoshop… jejej 😉
@sanson: gracias ángel… como siempre exageras 🙂 nosotros somos unos «mataos» que subimos cosas normales por sitios normales, y a veces ni siquiera eso jeje… en este mundo siempre hay personas y montañas que te ponen en tu sitio, como debe ser. Un abrazo
@sarita: tienes toda la razón sarita, el mont blanc es un mito y la vía normal está masificada, no es estéticamente la mejor y hay riesgos derivados de la cantidad de gente que se mete en la pared, sobre todo bajo Gouter por caída de piedras… si mi vena «cazamitos» no me hubiera abducido, habría aprovechado mejor esos dos veranos en Alpes con otras ascensiones, pero el Mont Blanc es lo que tiene, te tiraniza, te hipnotiza, es el mito, es el techo de Alpes, y no te deja tranquilo hasta que por unos breves segundos lo haces tuyo… al menos a mí… pero te digo una cosa: cambiaría mi MontBlanc por toda tu tanda de cuatromiles, eso lo tengo claro 🙂 Un saludo y gracias por el comentario. Tienes una página súper apañada. Seguid así.
El tiempo en los Alpes es así… y más en el Macizo del Montblanc… pero lo importante es saber renunciar y volver para saldar las cuentas pendientes con la montaña.
Sinceramente, el Mont Blanc me atrae por múltiples razones, el Techo de los Alpes, la montaña alpina por excelencia… pero lo que no me convence es el circo mediático montado a su alrededor, la saturación en su vía normal, el monopolio de los guías de Chamonix… vaya ahora no sé si estoy hablando del Mont Blanc o del Cervino… en fin, después de dos visitas a los Alpes y un buen puñado de 4.000 en la mochila, sueño con ascender algunos de los emblemáticos como los Lyskamm, la Dufour o el Weisshorn pero el Mont Blanc no termina de «hipnotizarme»… espero cambiar de opinión cuando lea vuestra ascensión a la cumbre.
Un saludo.
—Enorme la montaña, perfecta la foto y la imagen e igualmente perfecta la descripcion que haces de tu estado de animo Jose Antoio.
—Me pregunto ¿De que pasta o de que material estais hechos para acometer esas aventuras?, pues al fin y al cabo sois humanos y en la montaña parece que os creceis y sois de otra Galaxia.
—Ya sabia algo de tus aventuras por la montaña, pero te felicito porque con una sola foto y tu maravillosa descripcion has plasmado todo el espiritu de lo que es un montañero.
—Mis felicitaciones.
—Un abrazo y continua asi
Simplemente IMPRESIONANTE¡¡¡¡