sierra Nevada
marzo 2009
2400 metros
38 kilómetros
2 días
despejado
exigencia física alta
Estaba necesitando una actividad de este calibre para cerrar el invierno. Arrastrando una lesión en el talón apenas me había propuesto travesías de cierto compromiso pero en los últimos tiempos los dolores han ido remitiendo y quería atreverme probándome con un buen miura. Y los portones de la Maestranza, pese a no ser todavía Abril, se abrieron con la convocatoria de Miguel Gual a principios de Marzo. «Vámonos para Sierra Nevada…» así que recogemos el guante para ver el estado de la cuestión en lo que a mi pie se refiere.
La ruta escogida no es original — ¿hay alguna que lo sea? Está diseñada por Carlos García Gallego para la programación del Club Montañero Murcia y realizaron la actividad a finales de febrero. Contactamos con Manolo Dato que estuvo allí y nos habló de una travesía «muy dura» y para que Manolo, maratoniano de pro, diga eso, es que realmente estamos hablando de un pateo en el que se aprietan las rótulas y se tensan los tendones rayando el dolor.
Esperamos el fin de semana idóneo y nos plantamos el jueves 19 de Marzo en el Postero con el madrugón en el cuerpo. Hace un tiempo excepcional: un inmenso pantano barométrico de altas presiones gobierna la península; con sol y calma chicha comenzamos a ascender la monótona e interminable loma hacia el Puerto de Trevélez, antiguo paso de comunicación y Cañada Real que unía las Alpujarras con el Marquesado.


A los pocos metros entramos en la nieve que está sobre la cota 2300. La encontramos sólida y consistente pero no necesitamos crampones para progresar ya que hay poca pendiente y las botas agarran bien en la costra. De vez en cuando echamos la vista atrás y vemos empequeñecerse poco a poco el refugio del Postero, perfectamente mimetizado en el paisaje, así como los pueblos del Marquesado.
Enseguida comprobamos el fenómeno óptico «nevadensis» por el que las cosas carecen de escala y es imposible que nuestras mentes tengan referencias precisas y reales de lo que miden las montañas. Me refiero al hecho de que el Puerto se iba alejando conforme subíamos y que siempre parecía el mismo: el lomazo blanquecino con calvas marrones donde la nieve había sido venteada.

Pero con paciencia todo llega y terminamos arribando a lo más alto donde almorzamos con tranquilidad. Nos abrigamos porque aquí si hay algo de brisa y pronto nos tiramos para la vertiente alpujarreña por la cuenca del río Trevélez. Me sorprende esta zona por su aislamiento y soledad, hoya sin horizontes, cerrada, plana en lo visual, donde la única línea destacada y evidente es la propia arista invertida del valle que nos sugiere deslizarnos hacia el Sur buscando de nuevo la amplitud y las vistas. Unos metros más adelante empieza a sugerirse la silueta altiva del Peñabón o Peña de los Papos, imagen que nos vuelve a ubicar dentro de esta geografía de viento, luz y agua.


Vamos perdiendo altura de forma imperceptible y en la cota 2500 encontramos las tomas de dos acequias, una en cada margen del río. Nos colocamos en la derecha orográfica y mantenemos la cota. Comienza el penoso flanqueo del interminable y extenso Panderón del Horcajo, con laderas que arrancan desde el eje del río Trevélez y remontan con pendientes de hasta 40 grados en las que deberemos avanzar atentos para no tener problemas.
Todos sabemos que mantener durante kilómetros un flanqueo es algo realmente agotador para la pierna de montaña, así que la derecha acaba reventada mientras que la izquierda nos sirve únicamente de apoyo. Pero nuestro lado izquierdo — el lado sano de mi cabeza, que diría Josele Santiago — pese a no sufrir los rigores de las pendientes, sí que siente la presión de un sol inclemente que nos va abrasando. Tiramos de cremas, gorras y mangas largas pese al calor para soportar la voraz radiación y poco a poco vamos ganándole distancias a la Sierra.



Justo antes de una zona con bastante pendiente se nos aparece enfrente nuestra montaña: la Alcazaba se yergue inexpugnable, fiera, distante y muy, muy cabreada con unos paredones negros que conforman el Puntal del Goterón y que, con antipatía, nos dicen que por ahí no vamos a subir. Por supuesto que no, nosotros dirigimos nuestra mirada a la izquierda, hacia la apacible — y monótona — loma que nos permitirá, en teoría, ascender hasta lo más alto sin más desafío que el ir ganando metros, uno a uno, hasta culminar.

En un momento dado llegamos hasta una precaria cerca donde hay restos de cultivos y edificaciones. Hemos mantenido la cota 2500 y estamos ya prácticamente en la confluencia del Río Juntillas con el arroyo que desciende desde la Cañada del Goterón. Nos paramos a comer y a holgazanear un poco porque llevamos los hombros reventados. Y aquí empiezan a pasar cosas imprevistas.
Me explico. Resulta que Bernardo y Salva han confabulado para hundir la expedición y no se ven con fuerzas suficientes como para continuar el plan previsto. El amigo Salva no para de pensar en su sofá y sus galletas mientras que Bernardo, en un gesto gatuno que me recuerda a la mesa de camilla de su casa en Caravaca, no cesa de remolonear y se decanta por lo fácil, esto es, plantar ahí mismo la tienda y establecer el Campo Base a 2500… ¿Y el resto? Pues está claro, el resto de la expedición ha venido aquí con los objetivos muy claros así que van a continuar, atravesar el vado de los arroyos bajando a 2200 y luego van a remontar hasta colocar el Campo Base Avanzado en los 2700.
Los que tienen muy claros sus objetivos son Miguel y José Manuel así que empiezan a desperezarse para salir… ¿Y yo? ¿Qué hago? ¿Me voy o me quedo? Pues en principio aspiro a seguirlos pero hay algo en mi cuerpo que no me deja… una desgana perruna, algo de desmotivación, el cansancio de los hombros, el solecito que está pegando y que me invita a sestear en el aislante… pufff… me dejo llevar por mi lado más canino y se marchan sin mí. Tengo miles de pensamientos en mi cabeza pero me deslizo por el ambiente festivo y los mendas montamos nuestra especial celebración viendo el atardecer, grabando vídeos y observando la evolución de nuestros dos compañeros en su subida hacia el CBA.
Así va llegando la noche. Plantamos la tienda, localizamos a nuestros amigos mientras montan la suya en el filo de la loma en la cota 2700 y cenamos al abrigo de unas piedras. De menú sopa y macarrones. Estupendo.


De repente, cuando ya se está haciendo oscuro, se me hace la luz. Me encuentro despejado, tranquilo y relativamente fresco. Me acuerdo también de que hay luna menguante y de que sale aproximadamente a eso de las cuatro… Además se despierta en mí una voluntad, una serena ambición por intentarlo, una necesidad de no regresar sin haber puesto todas las cartas sobre la mesa. Voy encajando las piezas de este rompecabezas y anuncio mis intenciones: saldré de madrugada, a eso de las tres para arriba y me uniré a los compañeros del CBA en el camino de la cima. Con un poco de suerte compartiré la cumbre y el amanecer con ellos.
A las dos y media suena el despertador. Lo apago rápido para no molestar y me noto bien, con ganas y motivado. En unos pocos minutos salgo del saco y de la tienda, desayuno un poco de leche con galletas que me entran a malas penas y me despido de Bernardo y Salva no sin antes dejar muy claro el recorrido que voy a abordar.
Nada más salir del campamento me doy cuenta de que voy a ver bastante poco. La luna todavía no ha salido y me tendré que conformar con el débil resplandor de la nieve que no sé muy bien la luz que refleja: si viene del cielo o de la tierra. Me encuentro un primer nevero que a estas horas está helado y me pongo los crampones. Lo paso y me los quito. La única referencia que tengo es el barranco del Goterón que lo veo claramente enfrente de mí y sé que debo bajar a su desembocadura en el río Juntillas.
Ando unos pocos metros más y me encuentro con otro nevero mucho más grande que se precipita hasta el fondo del barranco. Como la nieve es lo que mejor se ve pues decido ir todo el tiempo posible por ella. Me vuelvo a poner los pinchos y desciendo el nevero que en su parte final supera los 45 grados para caer a plomo sobre el estruendoso río Juntillas. Enchufo el frontal y veo que el lecho del río está con nieve firme, destrepo unas rocas y piso el fondo del valle. Me abrigo con el plumas porque por el eje de la vaguada baja una corriente fría de las alturas y con paciencia relleno la botella de las gotas que caen de una roca — esto es porque me resulta imposible acceder al torrente que se escucha bajo el hielo y tampoco me apetece un remojón a estas horas de la mañana.


Una vez superada esta parte comienzo a ascender por el barranco del Goterón. Con nieve buena avanzo rápido y me limito a fijar mi vista en el cielo estrellado. Apago el frontal y disfruto del espectáculo soberbio, silencioso, íntimo y brillante del Universo que está rotando sobre mi cabeza — que sí, que ya sé que es la Tierra la que rota, pero dejadme ser un minuto el centro de todas las cosas. Cuando me detengo lo único que escucho — el sonido del agua ya quedó muy atrás — es el golpeteo de mi corazón que late acelerado por el esfuerzo, por el esfuerzo y por la emoción.
Cuando veo claro remontar hacia la loma me salgo del barranco y asciendo por una pendiente mucho más pina buscando salir a la luz de la luna. Sí, había olvidado que la luna ya había salido y que proyectaba las sombras de la loma en la vertiente del Puntal de Vacares. Miro de vez en cuando el altímetro y ya me marca 2600. Voy bien. Bastante bien.
Mi referencia es la constelación de Escorpio que asoma por el horizonte. Al principio sólo veo el cuerpo del bicho pero conforme gano metros entre jadeos y latidos se me van apareciendo el resto de las estrellas de la cola. Cada una me cuesta un mundo pero son una recompensa para mí. Al llegar al corazón del Escorpión y reconocer el brillo rojizo de Antares me emociono por sentirme acompañado aunque sea por una estrella — que no es poco — en esta soledad tan inmensa de hielo, nieve y roca.


Para salir a la loma supero una última pendiente que me saca un poco más arriba de la piedra del yunque. Ya estuve aquí hace unos veranos y recuerdo perfectamente este sitio cuando buscábamos el paso desde Siete Lagunas a la Cañada del Goterón. Son casi las seis de la mañana y a mis espaldas noto como el horizonte comienza a alborear. Los pueblos de la Alpujarra y del Norte de Gádor brillan tranquilos y recogen los últimos sueños antes de que el sol haga su aparición. Yo sigo con los míos: llegar a esa cima que ahora parece mucho más plácida y próxima que la tarde anterior.
Pese a que voy bastante cansado veo la luz de los frontales de mis compañeros que ascienden hacia el Peñón del Globo. Las estrellas del cielo ya desaparecieron oscurecidas por el amanecer pero en cambio vislumbro la luz halógena y nítida de sus frontales. Esto me da todavía muchos más ánimos y tiro para arriba con renovado ímpetu. Cuando estoy en la cota 3100 me perfilo hacia la derecha, hacia una pequeña vaguada que separa el Peñón del Globo de la Alcazaba y que en verano es un canchal desagradable. La atravieso y se me hace muy, muy larga. Vuelvo a ver a mis compañeros que ya están acometiendo las últimas rampas hacia la Alcazaba y les saludo pero no me ven. Finalmente los veo desaparecer y yo agacho la cabeza concentrado en los últimos metros.


Cuando estoy a punto de llegar a la cima mis compañeros emprenden el descenso. «Hará frío allá arriba y querrán recoger rápido…» pienso. Aún así, estoy deseando saludarlos y cambiar impresiones. Sin embargo, los tíos van y descienden en otra dirección distinta a la mía. Me quedo anonadado pensando: «¿y estos cabrones?» Levanto los brazos y se ponen a hablar conmigo. No les escucho muy bien pero al final lo que me doy cuenta es de que NO ME HAN RECONOCIDO Y PIENSAN QUE SOY OTRA PERSONA. Al final, caen en la cuenta de que soy yo y se acercan. Charlamos con alegría por la cima y por este soberbio amanecer y quedamos en vernos en el CB.
Ellos continúan hacia abajo y yo remonto los últimos cinco minutos hasta la cima. Estoy media hora como en trance, contemplando las Nortes, el despertar tranquilo de los valles, los reflejos en las cimas de Gádor y la Sierra Nevada almeriense, el extraño perfil del Veleta y el horizonte dominado por Mágina, Cazorla, Segura, la Sagra y Baza—Filabres. Esto es ser rico.
A partir de aquí comienza el descenso. No lo voy a describir con tanta profusión pero os lo podéis imaginar. Nos toca recoger los bártulos, ponernos los armarios en las costillas y desandar el tremendo alpargatazo del día previo. Llegamos a las 16h al Postero tras muchas horas de actividad continua. Sin embargo, pese a la pájara subiendo hacia el Puerto de Trevélez en la que me comí el queso con hormigas, pese al reventón de hombros cuando bajábamos por el cortafuegos, pese al cansancio brutal de las piernas, la única imagen que tenía en la cabeza era la cola del escorpión, el tenue brillo rojizo de Kalb al-Akrab que poco a poco iba difuminándose para dar paso a esa luz del día en una gradación infinita de colores. Esa es la imagen y la luz que he atesorado. Espero que para siempre.
P.S. Gracias a mis compañeros de travesía: Miguel, José Manuel, Salva y Bernardo. Va por vosotros.

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Una vez más muchas gracias por los grandes detalles y por lo pequeños de tus relatos, estos días de recuperación de mi lesión me han servido tu blog de entretenimiento junto a los capítulos atrasados «pendientes» de ver de «al filo …».
Sinceramente, creo que tus relatos, porque son relatos más que crónicas o explicaciones, merecen ser publicados y difundidos, como dirían los/as expertos/as, primero realizar la solicitud de patente y luego publicados.
Un abrazo de «tu gemelo» (José Antonio sabe a que me refiero, la cronología me permite llamarlo así)
¡Ahora me acuerdo!
La Alcazaba es la cima que no hice porque me rajé a última hora. ya, ya. Por cierto, os saco tarjeta amarilla por iros el día de San José (y del padre) al monte…ya os vale.
Un besazo y… una ruta maravillosa.
Javier.
Moro, habrán más… seguro que sí… por cierto, que todas las culpas son para Migueli y Guapo que te querían dejar en tierra a toda costa… sobre todo el GUapo que era su santo y además es PADRE!!!
¿Alcazaba? eso está por Málaga.
@jordi: muchas gracias por tus palabras compañero blogero… me alegro de que disfruttes con los repor… esa es la intención cuando los escribo, ésa y que las cosas no se me olviden, que uno no sabe cuándo va a poder estar por allí otra vez… de nuevo, gracias por comentar jordi… un saludico 😉
@ernesto: amigo ernesto, lo que es bajar cuestas no lo hago tan bien pero rollo sí que tengo y a raudales 🙂 espero coincidir pronto en la próxima bttburrada que montéis así que estaré atento a las convocatorias… un abrazo
Buenas Luiso,
no puedo añadir mucho más de novedoso respecto a todos los comentarios que los demás colegas del blog ya te han dicho….
Es rigurosamente cierto todo lo que dicen.
Por favor, sigue con esta labor que nos permita a todos, aunque sea de forma virtual, compartir tus actividades.
Un abrazo, hasta pronto.
Ernest.
eres un monstruo niño!!!
Las rutas que haces son cojonudas pero es que además las narras de una forma muy fresca y a la vez interesante.
Que chulada pasar una noche en ese sitio y el definitivo asalto a la cima. Este se ha convertido en mi blog montañero favorito.. que lo sepas 😉
un saludote
Felicidades José. Ya he visto, que al miura, le cortaste las dos orejas. Una ruta de altura y nunca mejor dicho, como tu fuerza de voluntad, por conseguirla.
Las fotografías y el comentario, en tu línea. Es un placer leerte.
Un saludo.
@luis: me alegro de que tú también pudieras aprovechar el puente por snevá… ¿en btt? ¿en trevélez? mucha cuesta veo yo ahí… eso es que estás más fuerte que el vinagre 🙂 la próxima vez que te apetezca alta montaña y no tengas compañía avisa por aquí que siempre se están moviendo cosas… un saludo Luis
@manolodato: habrán más Manolo… ya he visto tu post de la maratón de roma… enhorabuena por la experiencia
@salva: eres un peaso bujarra… quisiste tener un bis-a-bis con bernardo y tú sabes que él me quiere a mí y nada más que a mí… pero lo engatusaste y lo engañaste para que se quedara contigo… ahhhhhhhhh… eso me dolió muuuuuucho
@ pepefeo: «tu sierra» es mucha sierra… un abrazo pepe
@messner: muchas gracias por el comentario amigo messner… espero que más pronto que tarde puedas escaparte de los madriles y bajar al sur a disfrutar de esta primavera tan buena que estamos teniendo… un abrazo
Gracias una vez más por estos relatos, hoy algo más especial para mi por ese trozo que muestras de «mi sierra». Enhorabuena campeón.
Un abrazo desde Zrgza.
Bueno, ¿qué coño voy a escribir yo? si no llegué y me pudo más la cabeza que los pies. Tampoco estoy a la altura de esta gente y lamento haber servido de lastre esta vez. Me llevo, aún así, las buenas sensaciones y la compañía de Bernardo, que se quedó conmigo e intentamos solucionar el mundo en interminables discusiones que cada vez son más frecuentes.
Con respecto al resto del grupo, siempre es un placer.
Hola Sifoni y compañía!!! q guapada de report!!! y creo q nunca te arrepentirasde ese madrugón y esa cima con ese ambiente!! que buenos recuerdos me trae este reportaje de cuando yo lo hice, enhorabuena a todos y espero coincidir pronto con vosotros que aunq hicierais lo mismo que yo en febrero, tengo un poco de envidia sana por no poder compartir vuestra compañía!!! un fuerte abrazo.
P.D. Pronto pequeño post del maratón!! ya llevo dos!!!
Bonito relato y muy bien escrito. Describes muy bien las sensaciones que debiste exprimentar a tres mil metros tu sólo y de noche.
Yo no andaba demasiado lejos, pues el día 19 estuve comiento en Trevélez.
También en ruta en solitario, pero otro plan.
Como no tenía compañía desistí de la alta montaña, (en principio queria hacer parte de la integral de los tresmiles con esquíes), y me decanté por una ruta en bici que en solitario varios días es más seguro.
Enhorabuena por la ruta. Te sigo desde hace tiempo, y quizas sea la que mas me ha gustado hasta ahora. Hace un par de años que hice la subida desde Trevelez hasta el Mulhacen, y fue una sensacion extraordinaria. Y enhorabuena por la fotografia.
@bernardo: amigo berni, sé que te desquitarás más pronto que tarde y que cuando te recuperes vas a reventarme en las cuestas como me tienes acostumbrado… muchas gracias por tu cobertura en el campo base… me sentía seguro sabiendo que, como jefe de expedición, velabas por nuestra seguridad
@migueli:sí que da tiempo a sentir muchas cosas sobre todo si vas solo… el tiempo discurre de manera distinta y las sensaciones se graban a fuego… no estoy de acuerdo con lo del mérito fotográfico… tú echaste las fotos, te preocupaste por los encuadres y las luces, y todo eso con el cansancio acumulado… de hecho, son la mitad del report por lo que te doy las gracias
@juanra: déjate de sanas envidias y apúntate con nosotros a la próxima… un abrazo juanra y saluda a la gente de bullas de mi parte… me acuerdo mucho de vosotros y de nuestro equipo de tenis… éramos la caña jejeje…
@saqura: estás hecho un trasnochador amigo Antonio… gracias por leer y por comentar… es todo un honor para mí tenerte entre los visitantes de este sitio.
@sansón: si hay alguien que pueda presumir de capacidad de esfuerzo y sufrimiento creo que eres tú Ángel… yo también te lo he dicho muchas veces… ya quisiera estar yo como tú dentro de quince o veinte años… me quito el sombrero por las actividades que haces porque para nada son «rutillas», son pateos de 30 kilómetros y miles de metros de acumulado y eso es mucha tela… Te gustará la Alcazaba… avísame cuando vayas para allá, aunque supongo que nos veremos mucho antes, esta primavera, por el Pozo, ¿a que sí? Un abrazo
@caminante: me alegro de que te haya gustado este post y te agradezco el comentario… es cierto que me lo he currado, pero sobre todo ha salido bien porque las sensaciones fueron intensísimas y me apetecía reflejarlas con mucha fidelidad para que no se me olviden… un saludo.
Jose Antonio, ya te comente que hace mucho tiempo buscando en internet encontre la ruta esa integral de la sierra de Cazorla en la que te metiste tu solo entre pecho y espalda desde el Puerto de Tiscar, la subida al Gilillo y toda la Cordillera de los Agrios y me quede asombrado, tu me dijiste que eso no era nada que habia muchas otras mas fuertes etc etc.
—Efectivamente desde entonces no has parado de asombrarme no solo por tus rutas sino por tu capacidad de esfuerzo y sufrimiento y que te apuntas a un bombardeo como vulgarmente se dice jajaja
—La alcazaba es un sitio que le tengo ganas, y que si puedo lo hare este año, pero con mucho sol y sin nieve que es lo que a mi me gusta, el sol me va.
—Espero que como buen montañero despues del esfuerzo te sintieras satisfecho por la ruta realizada.
—Del reportaje ya no te digo nada pues como siempre inmejorable.
—!Ah! la juventud que envidia os tengo (pero envidia sana ya lo sabes), yo me conformare con mis rutillas y a ver si por lo menos aguanto a este ritmo por lo menos cuatro o cinco años mas y ya me retiro (aunque creo que en lo mas profundo de mi interior desearia terminar mis años en una de esas grandiosas rutas)
—Un saludo «makina», que tu si que eres una «makina».
Cuatro y media de la mañana y ya no doy más de sí. He visto el enlace en Nevasport y no he podido evitar pincharlo.
Sin embargo lo voy a dejar para mañana, pues el disfrute de estas fotos y de tu, a buen seguro, cuidado texto hay que reservarlo para cuando uno esté bien despierto.
Saludos.
Sublime, de momento no tengo mas palabras aparte de envidia (de la sana). Maravillosa narración maravillosas fotos y lindísima aventura. Un abrazo
Parece mentira que con el madrugón que te pegaste tuvieras tiempo para sentir todas esas cosas.
Lo malo que tiene la montaña es las ganas de volver que te deja cuando lees los Posts. La verdad es que la Alcazaba me ha sorprendido, todavía sueño con ese amanecer que tiene todo el mérito fotográfico.
Como siempre gran redacción, pero eso de medir la altura conforme vas viendo las estrellas de Escorpio ha sido un punto.
Hasta la próxima…
Chulísimas las fotos y el reportaje. Siento no haber disfrutado de esa marcha nocturna bajo las estrellas, pero no podía con mi alma. Otra vez será.
Un abrazo