macizo de Monte Perdido, pirineo aragonés
agosto de 2012
12 horas
estable, calor
25 kilómetros
1400 metros
Una noche calurosa como nunca me había tocado pasar a esa altura en el Pirineo da paso a un amanecer con nubes altas que tamizan la luz del sol. Parece que la jornada va a salir buena de meteo así que nos vamos entonando con la leche y las galletas y preparamos nuestros primeros pasos.
Cuando son casi las 10 recogemos agua en el grifo del interior del refugio y comenzamos el ascenso por una senda muy pisada que remonta escalones rocosos alternando con gradas de hierba y tierra. Al principio el camino hace una amplia lazada hacia levante pero pronto busca la vaguada entre el Cilindro y el Perdido por donde desagua el lago helado.
Estoy perezoso con la cámara y el paso. Me quedo el último a rebufo del personal y media hora más tarde, cuando ya le hemos ganado más de 300 metros al refugio, levanto la cabeza y me encuentro con esta imagen.
Ya está ahí el Cilindro y su estrepitoso pliegue de casi 180 grados acaparando toda mi atención. La senda se va perfilando hacia la derecha, a la base de unos contrafuertes rocosos por los que remonta sin apenas dar tregua. Hay gente haciendo la montaña pero no tanta como nos temíamos a la vista del campo base la noche anterior. Echando la vista atrás se aprecia cada vez mejor el valle glaciar de Ordesa y sus paredes modeladas con brutal constancia.
Enseguida nos encontramos con una primera trepada que Moss salva sin problemas aunque lo tengo que aupar para ganar los primeros dos metros. Pese a encontrar la roca muy pulida el tío lleva almohadillas vibram y apenas se despeina para superar el paso. Tras un caos de bloques y rocas alcanzamos un nuevo paso delicado que se salva sin dificultad con ayuda de una cadena.
Estamos ya prácticamente a la altura del lago helado. Llevamos casi 700 metros en subida y esto marcha perfectamente, si acaso, vamos algo justos de agua y buscamos algún arroyo en el que reponer aunque todo está muy seco. Finalmente, Moss encuentra una corriente bajo dos bloques como pianos y María del Mar se agacha para rellenar las botellas. Tras comer un bocado en el lago y recuperar el aliento afrontamos los últimos 400 metros hacia la cumbre. Primero avanzamos por el nervio de un espolón rocoso con tramos preciosos y mucha pendiente.
Las vistas comienzan a ser una pasada. No sólo por el Cilindro y su tremenda fachada oriental, sino también por los grandes gigantes del parque, como el Taillón que se aprecia al fondo.
Esta parte de la ascensión es la más penosa ahora en verano ya que es una pedrera de cantos sueltos en la que tras cada paso hacia arriba haces medio para atrás. Recuerdo otras temporadas en las que el camino estaba mucho mejor trazado, con más lógica, más zetas y menos pendiente. Esta vez toca penar en perpendicular a las curvas de nivel. De esta forma, buscando las piedras más estables alcanzamos la parte final de la escupidera.
Desde aquí ya solo resta montarnos en un colladito al norte de la cima y desde ahí llegar hasta el vértice. Lourdes está que se sale de contenta y se asoma junto a Moss para disfrutar de las vistas de Ordesa desde este privilegiado mirador.
Aprovechamos que hace muy bueno para recrearnos en la cima. Hay más gente con nosotros pero no llegamos a ser multitud. Las nubes entran y salen pero no nos quitan visibilidad y le dan más dimensión y escala a las interminables panorámicas que desde aquí se abarcan. Moss ya ha escogido su lugar de descanso y también está feliz, feliz…
Aunque conforme pasan los minutos, nos va pegando el solecito y con la barriga llena del bocadillo y el cansancio nos va entrando modorra.
Otros andan mucho más despiertos esperando a que dejemos despejada su casa para limpiar las migajas y los restos del festín.
A partir de aquí lo que nos queda es bajar todo tieso hacia Góriz, recuperar las mochilas y descender por todo el valle de Ordesa hacia la Pradera. Bueno, en realidad un servidor tiene que comerse el camino hasta Torla porque Moss no entra en el autobús. En unas dos horas llegamos a Góriz, comemos algo y rehacemos los armarios con los sacos y la tienda. Enseguida nos ponemos otra vez en marcha buscando uno de los caminos más populares de las montañas españolas.
A la altura de la cola de Caballo María del Mar nos comenta que se encuentra fatal. Todos lo achacamos al cansancio acumulado y apretamos dientes porque tenemos que llegar a la Pradera antes de que se nos vaya el último bus. Son las siete de la tarde y en teoría tenemos tiempo de sobra pero mejor no tentar a la suerte. Cuando vamos llegando a las gradas de Soaso el sol se oculta tras las nubes y le pone un punto de inquietud a la jornada.
Las últimas dos horas se nos hacen eternas. La indisposición de María del Mar se nos va contagiando y, además del cansancio, comenzamos a notar movimientos extraños en las tripas. Nunca más me vuelvo a tomar un isostar pienso mientras desciendo bajo el bosque de hayas buscando la parte baja del valle. Finalmente, a eso de las 21h30m llegamos a la Pradera donde ronronea el penúltimo autobús. Antes de montarnos Lourdes hace una gestión importante: se acerca a uno de los 4×4 del parque y pregunta si bajan para Torla. Le contestan que sí y ella, toda decidida, les consulta si puedo irme con ellos junto con Moss. La respuesta es afirmativa y así me salvo del bonus track de hora y media con el frontal.
La llegada a casa, la noche incierta, las horas lentas de la madrugada las pasamos intentando controlar la deriva de nuestras tripas. Así vamos cayendo uno a uno y comprendemos que el agua que tomamos en altura tenía algún bicho malo. A la mañana siguiente, tras una noche toledana, nos levantamos descompuestos aunque con la cumbre el bolsillo. Necesitaremos 24 horas para recuperar la vertical.
Todos tuvimos síntomas parecidos y el único que se libró de la zozobra fue Moss que al llegar a casa se comió dos cazos de pienso y una tarrina completa. Los demás tuvimos una merecida cura de adelgazamiento de la que nos fuimos recuperando en días posteriores. A día de hoy, mi estómago ha olvidado los retortijones aunque, por fortuna, el recuerdo de la montaña permanece invariable.
fotos

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
cual es el paso con cadena? es el que se puede evitar despues de cola de caballo o este se encuentra despues de goriz?? estoy preparando la ruta para ir en 2 semanas si la escupidera esta en condiciones de verano… saludos!
Siempre tienes la cámara preparada para coger esos instantes que se nos pueden escapar en el momento. Preciosa la foto de Moss durmiendo. Ya tenéis otro «gigante» bajo vuestros pies, aunque las aguas blandas del norte os jugara una mala pasada.
Otro gigante, y éste además de los que tienen mucho nombre y enjundia. El Perdido es una montaña soberbia que te recomiendo.
Bonita ruta José Antonio. Precisamente el año pasado yo estuve en Ordesa y me quedé con las ganas de hacer el Perdido, otra vez será, en cuanto pueda me escapo a hacerlo. Respecto a las molestias, gajes del oficio, lo importante es todo lo bueno de lo que disfrutasteis… que suerte con poderte bajar en el 4×4 con Moss, sino menudo palizón. Saludos.
Muchas gracias Ginés. El Perdido es una anécdota si ya has andado por Ordesa; lo suyo es alternar la zona de bosques con las alturas para disfrutar de los contrastes. Supongo que así lo hiciste 🙂
Lo cierto es que tuve muchísima fortuna porque yo ya iba con la cabeza amueblada para hacer una hora y media más de camino pero me libré. Y sí que tuve suerte porque me habría descompuesto del todo sin llegar a puerto jejeje…
Un saludo Ginés y gracias por tu comentario.
Bonita paliza¡¡ parece que utilizar a Moss de Zahorí no dio buen resultado, aunque para el si, esas pedreras se ven duras, duras, yo las odio en cualquier sitio y mas cuando ya vas trillao, que merito las damas son durillas ¿he?, espectacures las fotos y el texto, al final como tu dices, las molestias estomacales se quitan pero lo que no te quitara nadie es el recuerdo de la ruta.
Gracias y a por otra.
Muchas gracias Kiki.
La próxima vez intentaremos llevar más cuidado, aunque lo cierto es que estaba todo tan seco que no habían muchas más opciones.
Un saludo!!!
Precioso, José Antonio, me da cierta nostalgia porque ya sabes que hace unos días estuve por ahí. Estaba todo fatal de agua, pero los viejos clásicos nunca mueren y Ordesa será siempre una pasada. Moss, guapísimo.
Muchísimas gracias Javier. Ordesa para es una exquisitez en todos los sentidos, incluso en uno de los peores veranos que yo recuerdo.
Moss agradece con ladridos y lametones tu halago 😉
Menos mal que esa pedriza me la trague bajando. Toda una ruta clasica del Pirineo. Lastima que alguna cabra contaminara el arroyo del refrigerio. Ahora seguro que os reis recordándolo.
Alguna cabra o rebeco se cagó metros arriba jejeje… Por cierto, no le cotillees el FB a María: cierra el suyo y entra con el tuyo 🙂
¡Qué pasada la pedriza desde el lago helado! Nunca la había visto sin nieve.
Por los pliegues de la pared del Cilindro van varias vías, la primera que se abrió se llama…»La gamba», ¿Acertado, no?.
Magnífica actividad que me trae muy buenos recuerdos. Ese fue mi primer tres mil en el Pirineo, con 16 años.
Un abrazo y enhorabuena por la actividad y el magnífico relato.
Félix este año el Pirineo está más seco que nunca. No lo digo yo, sino la gente que trabajaba en el Parque y con la que estuvimos hablando mucho rato a la bajada.
Como siempre, tú tan precoz 😉
Qué buena ruta y qué buenos recuerdos… estaba deseando que colgaras el post!!! Vaya equipazo perfecto para una cumbre perfecta!!! Y qué pena el «problemilla intestinal», uffffffff!!! Por cierto, una curiosidad, en la foto en la que estás tumbado en la esterilla… qué es lo que tienes a tu derecha??? Un perrico??? Un peluche???? Saludos y enhorabuena otra vez!!! Me ha encantado volver a subir allí arriba con vosotros 😉
Jajajjaja… María del Mar, es el peluche favorito de Moss, una rata que compramos en el Ikea y que no abandona nunca. Muchas veces se queda durmiendo con ella entre las patas jejejej…
Gracias por comentar y participar!!!
Preciosa la subida al perdido por Ordesa, yo la he hecho 3 veces y aunque es un palizón resulta espectacular, muy guapas las fotos, por cierto yo también bebí agua chunga por esa zona y desde entonces no me fio nada de los chorros salvajes, para casos de emergencias es bueno llevar unas pastillitas potabilizadoras,.Me ha gustado mucho el reportaje, un saludo.
Muchas gracias bola por tu comentario. Tendremos el cuenta el tema de pastillas. Las hemos usado en el extranjero y en zonas más conflictivas pero nunca las habíamos necesitado en Pirineos.
Un saludo y esperamos verte por aquí más veces 🙂