sierra de Cazorla, sierra de Segura
julio 2011
90 kilómetros
1400 metros
10 horas
despejado, calor
Hoy decidimos madrugar.
De esta forma tenemos más margen y podemos evitar el calor tan fuerte que está previsto para esta zona. Son las 7 y ya estamos saliendo de la plaza de la Corredera y calentando en la salida de Cazorla hacia la Iruela donde unas cuestas tremendas nos obligan ya de primeras a poner el molinillo.
Sorprendentemente hacemos el puerto de las Palomas con muy buenas vibraciones. Esto es porque anoche no abusamos de la cena y la cerveza aunque también tiene que ver con el fresco de la mañana y con que vamos súper mentalizados para el día largo que nos espera.

Antes de las 9 estamos en descenso rápido hacia el empalme del Valle. Nos reagrupamos en el kiosco y a partir de ahora ya no repetimos el trayecto de ayer porque nos vamos por la carretera de Vadillo. Seguimos perdiendo metros de forma vertiginosa, pasamos por el bar que hay junto a la cerrada del Utrero y nada más cruzar el Guadalquivir afrontamos el segundo puerto de la jornada.
Las alforjas resuenan como una industria pesada y es imposible levantarse de la bici para ganar fuerza ya que entonces la rueda de atrás derrapa
Ahora ya pega fuerte el solano y las rampas que hay hasta el desvío de Linarejos nos van distanciando poco a poco unos de otros. Aún así, el asfalto ayuda porque te permite ponerte de pie y el rozamiento es mínimo. Disfrutamos en la medida de lo posible ya que sabemos que en pocos kilómetros entramos en el reino del macadán, un pavimento ideal cuando está nuevo pero que, tras muchos años, la lluvia y el tiempo lo acaban desgranando y se convierte en un desafío tremendo muy duro de transitar con las burritas.
Pues en esas estamos, enfrente de los Poyos de la Mesa, pasando por el desvío del carril que baja a la cuesta del Bazar y luchando contra la piedra suelta y los grandes socavones. Las alforjas resuenan como una industria pesada y es imposible levantarse de la bici para ganar fuerza ya que entonces la rueda de atrás derrapa. Estos últimos kilómetros antes del collado verde son los peores y los hacemos más mal que bien.
Aún así el bicho que llevo dentro me lleva a apretar los dientes, bajar las coronas y buscar al señor guindilla. El hecho de tener un objetivo — darle en la colleja al Emilio — ayuda mucho a superar las pendientes
Por fortuna, en las Navas nos está esperando el refrigerio, unas coca colas tranquilas bajo la sombra de los nogales y mucho chocolate. Debatimos si comer aquí o aprovechar el tirón y ascender hacia Rambla Seca. Valoramos la hora y nos damos cuenta de que es mejor aprovechar y subir.
Tras el puente sobre el arroyo de la Rambla comienza el tercer puerto puntuable de la jornada. Un ‘hors catégorie’ amenizado con las vistas impresionantes de la Cabrilla y sus magníficos poyos de la Carilarga. Emilio comienza fuerte y se va como es costumbre. Nosotros vamos digiriendo el almuerzo, algo que a mí me cuesta especialmente.
Aún así el bicho que llevo dentro me lleva a apretar los dientes, bajar las coronas y buscar al señor guindilla. Detrás va la cosa suave así que no hay problema. El hecho de tener un objetivo — darle en la colleja al Emilio — ayuda mucho a superar las pendientes. Y así van cayendo hitos uno tras otro: el estrecho de Perales, la casa de Fuente Acero y el collado de la fuente Bermejo.
En la curva tan pronunciada que hace la pista precisamente veo el pedalear alegre de Emilio. Para allá que voy. Pim-pam, pim-pam y me pongo a su rueda. Nos miramos y nos reímos. Nos conocemos bien este Emilio y yo y sabemos perfectamente de qué va la película.
Y tanto, casi sin darme tiempo a recuperarme del esfuerzo que he hecho para cogerlo pone un ritmo infernal. Le aguanto a duras penas la rueda porque soy sabedor de que mi única baza es el juego psicológico — a piernas no le gano. Pasan casi 500 metros de ardiente respiración y dolor en los muslos hasta que le veo ceder.
Ahora me toca a mí.
Hay una recurva que conozco bien en la que la pista se pone especialmente cachonda. Me encuentro con ella y pruebo bajando la tuerca
Hay una recurva que conozco bien en la que la pista se pone especialmente cachonda. Me encuentro con ella y pruebo bajando la tuerca. Además, como llevo cubiertas nuevas, hasta puedo permitirme el lujo de levantarme sobre el sillín. El bueno de Emilio blasfema y me da por perdido. Yo sigo bufando como un jabalí herido. Por el rabillo del ojo veo que está seca la fuente que hay justo antes del collado de la Zarca. Un detalle sin importancia ahora que mi pulso es de 180 y sólo me quedan minutos para coronar.
En la Zarca, a la sombra del pino tan hermoso que marca el carril que baja a la nava de Paulo, nos volvemos a reagrupar. Hacemos los kilómetros que restan hasta Rambla Seca y tras pasar el control, en los pinos, nos resguardamos a la sombra para comer.
Vamos a por agua a los tornajos y nos llevamos la desagradable sorpresa de que sale hirviendo. Esto es porque la manguera está descubierta y la toma está kilómetros arriba, casi en la casa forestal de la Cabrilla. Mis colegas admiten que hoy toca balneario pero yo estoy seco y necesito refrescarme así que me chupo todo el carril hasta la toma 2 kilómetros más arriba.
Cuando regreso ya han comido. Descansamos, dormimos la siesta — las marmotas que podemos — y nos vamos para los Campos que ahora toca atravesarlos. Ahora me quedo el último y pedaleo saboreando estas llanuras y estos días que se van acabando. En un viaje como este, cuando sabes el destino y ves que te acercas, siempre entra un pelín de morriña.
Me recreo tanto en mi soledad y mi cansancio que hace un buen rato que ya están en la Matea. Encontramos acomodo en un hotelito sencillo y resultón que nos hace un precio especial. La cena en el porche nos sabe a gloria. Hemos superado la etapa más dura… ¿o no?

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Cocacolas en la Nava de san Pedro… ??? perobueno!! 😛 ¿Se les habían acabado los botellines?
…. Antiguamente en la fuente de Rambla Seca, un caño echaba agua caliente (los días de sol) y el otro fresquita. aunque igual ese dia de agosto era especialmente caluroso y los dos echaban el agua caliente. Tienes que aprender donde está la fuente de NavaPablo, no suele secarse como la que hay al lado de la carretera y supone menos desvío que ir a donde mana la de rambla Seca, que es un tirón.
Jejeje… recuerdo lo que comentas sobre los dos tornajos… una vez en invierno, en noviembre, en uno me pude hasta duchar sin pasar frío y en el otro salía fría fría… mi hermano y yo nos preguntamos por qué y no sabíamos el motivo 🙂
Aún así, este verano echaban agua caliente los dos… y también en mayo cuando pasé en otra ocasión diferente…
Me apunto la fuente de Nava Pablo para la próxima ocasión. Graciassssss…. 🙂
ya me imaginaba esos campos con la calor apretando, un merecido descanso en la matea si señor, soys unos makinas en esto de la btt, que merito teneis, un 10, seguimos impacientes lo que queda……..saludos
Gracias Diego… aún nos quedan dos etapas muy interesantes. Enseguida me pongo con ellas. Un abrazo!
Se acabo el señorio ¿no?, conozco la pista de las navas y ya resulta incomoda hasta en coche, ademas esta criminal cada año peor, la verdad no se si eso es bueno o malo, para los que vamos a patear la sierra y precisamos acercarnos al inicio de las rutas en turismo es fatal, el esfuerzo en bici tiene que ser se aupa, ¡¡animo que ya queda poco¡¡.
Es difícil mantener las pistas en condiciones porque los inviernos son duros allá arriba y las nieves y las lluvias las destrozan… aún así siempre se puede pasar bien con un 4×4… No obstante, preferiría que estuvieran cerradas al público y que sólo los ‘pastores’ y forestales las pudieran utilizar… y nosotros, pues a caminar y a pedalear 🙂