Tengo decenas de agendas guardadas con cosas escritas… en una del año 1997 escribí algo que, de alguna forma, divulgué por la red. No lo recordaba y hace poco en el foro verde de Cazorla apareció en una entrada del amigo Saqura. He estado buscando en mis «sitios» el lugar donde puede estar este texto pero no lo he encontrado. Por ese motivo voy a reproducirlo aquí en esta nueva entrada. Espero que os guste.
Estoy obsesionado con una idea: el camino. No me refiero a alguno en particular, sino que pienso en cualquier franja estrecha de tierra a la que se le pueda nombrar de esa forma. El camino entre dos puntos no tiene sentido por los extremos que une, sino por los lugares por los que discurre. Éstos le confieren su valor y exclusividad. Me gusta escribir sobre los caminos que he recorrido: los paisajes contemplados, los árboles que jalonaban el borde, las luces que iluminaban las extensiones y los campos… Pero para poder hablar sobre estas cosas hay que haberlas vivido con mucha tranquilidad, sufriendo cada cuesta, atendiendo a todas las perspectivas, repasando las vistas y soñando lo visionado. Se trata de tener paciencia y andar suavemente escuchando el latir tranquilo del tiempo en las sienes del cielo. Si uno es capaz de imaginar lo provisional del espacio que atraviesa un camino, entonces advierte que el camino, sobre todo, se encuentra en el interior del que lo anda. (Cuando hago esta afirmación, me refiero a la extraña y finísima sensación que, desde la atalaya más alta, se puede apreciar en las piedras, horizontes y vaguadas.)

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.
Decía Camilo José Cela. ¿Para qué es oro el tiempo más que para verlo pasar acariciándolo?. Algo así me sucede con los caminos y sendas que recorro. No es el punto de partida ni el destino en sí mimos lo que da valor. Es degustar cada uno de los pasos, deteniéndonos si es preciso, a contemplar una flor, un arroyo, el vuelo de un ave, la huida de un ciervo. Y no ocupar la mente con nada más.
Por supuesto César. Ésa es la forma de moverse en la montaña… y si me apuras, hasta en la vida 🙂
Me encanta que hables de tranquilidad y de paciencia. Leo tus palabras en clave de plena consciencia -ahora se ha puesto de moda llamarla mindfulness. Y es una maravilla la expresión de «escuchar el tiempo en las sienes del cielo».
Gracias Javier. Estas cosas se escriben después de un buen «alpargatazo», cuando tienes la cabeza despejada de cosas superfluas y sólo abarcas lo importante y decisivo: el descanso, la compañía y el bocadillo.
Jajaja 🙂 tienes razón Jordi… aunque hay que respetar todas las opciones ¿verdad? El problema está en que yo no puedo estarme quieto más de un fin de semana 😉
Pues la verdad es que más de uno pensará que estamos locos!!… con lo bien que se está en casa perreando dirán muchos!!, a estos yo les digo… bendita locura!! y gran reflexión la tuya 😉 100% identificado
@juanra: tú lo has dicho amigo. Es fruto de muchos «deslomes», de terminar reventado… es lo que yo llamo la mística de la extenuación.
@marisa: gracias Marisa… muchas gracias… pero tú no necesitas que se te pegue nada, que ya hay mucha calidad en tu blog. Besicos.
Ante tu reflexión, cualquier comentario que te pueda dejar me parece de lo mas nimio. Yo te leo y te releo a ver si se me pega algo, pero no hay manera chico..jaja. Me encanta
Besos
Tiene chicha el parrafito, creo que esconde mas de lo que dice y es el fruto de la mezcla de muchos » deslomes » y una mente muy inquieta. Abrazos amigo