datos
Distancia: 9 kilómetros
Duración: 3 horas
Desnivel: 420 metros
Tipo de marcha: circular
Dificultad: baja
Tipo de camino: senda de herradura y senda
Agua potable: no
Época recomendada: todas son buenas excepto el verano
Sugerencias: nada en especial
Cartografía: hoja 887-II del IGN 1:25.000
Track: descargar aquí desde wikiloc
intro
La rambla de Benito es una depresión que se encuentra situada entre dos poderosos anticlinales: la sierra del Oro y la sierra de Ricote. Esta rambla drena la escorrentía de ambas sierras así como una porción amplia de terreno conocida como el campo de Ricote que se adentra desde la margen derecha del Segura hasta el mismísimo campo de Cagitán.
En esta excursión proponemos una breve ascensión por las faldas de la sierra del Oro — ya nos ocuparemos de ascenderla en otra jornada — para luego pasar por las casas abandonadas de la Viñica, un rincón con encanto especial bajo los farallones de la umbría del Cuchillo. A continuación, tomaremos una senda acrobática que nos irá introduciendo por un cauce secundario en el lecho de la rambla de Benito. Finalmente, caminaremos por el interior de la misma hasta la fuente del mismo nombre y regresaremos al vehículo por un antiguo camino forestal.
reseña
Tomando como referencia la localidad de Abarán nos dirigiremos hacia el Santuario de la Virgen del Oro al que se accede cruzando el río Segura por el puente que hay en la circunvalación y por el barrio de la Virgen del Oro. La carretera es estrecha y empinada así que conduciremos con precaución hasta aparcar en los lugares habilitados que hay junto al Santuario.
Allí mismo tenemos una generosa fuente en la que podremos llenar las cantimploras. Desde el mismo parking sale una senda que remonta la Umbría del Mortero y que, como primera sorpresa, nos regala un rincón íntimo con una imagen de la Virgen estando ésta emplazada en una hornacina justo en el cauce del barranco. Nosotros seguimos remontando por la senda que está muy clara y que va dejando el barranco a la izquierda con terrazas y terrenos de labor así como una casa abandonada que se conoce como la Hoya del Pino.
Cerca de la cota 500 llegaremos a un desvío. A la derecha sigue la senda balizada como PR que asciende hacia el mirador de la Cruz y que nosotros obviamos ya que nos dirigimos por la izquierda hacia un collado de 545 metros en el que ganamos vistas hacia el barranco de la Viñica y la espléndida Umbría del Cuchillo. La senda comienza ahora un descenso vertiginoso por terrenos con fuerte pendiente hasta alcanzar las casas de la Viñica, un núcleo de población rural abandonado en el que sólo se mantienen las huertas y los terrenos de labor. La disposición de las casas en una ladera con fuerte pendiente nos recuerda a los caseríos de la Alpujarra y del Atlas. Esta última reminiscencia se ve reforzada por la existencia de varias palmeras datileras que nos remiten a otras latitudes lejanas.
Desde la casa de la Viñica caminamos apenas unos 100 metros por el carril principal y pronto lo abandonamos a la izquierda para, atravesando viejos terrenos de secano con almendros, ir aproximándonos hacia el barranco de la Viñica. Aquí la orientación puede ser algo confusa por lo que la norma general a seguir es ir buscando la margen izquierda del barranco, en la linde con el terreno forestal. Una buena referencia son dos grandes casas abandonadas que deberemos dejar a nuestra derecha conforme avanzamos.
La senda que vamos siguiendo ahora está muy perfilada por el tránsito de motoristas — algo que está prohibido y que debemos denunciar desde este sitio. Haciendo continuos sube y bajas y deslizándonos por empinados taludes nos pondremos en el fondo del cauce del barranco de la Viñica en un sitio íntimo, solitario y muy recogido. Seguimos caminando entre baladres, pinos y plantas aromáticas hasta que comprobamos cómo el cauce se va abriendo hasta que desembocamos en otra rambla más amplia y que constituye la rama principal de drenaje: la rambla de Benito.
En ésta podremos apreciar el aprovechamiento que, desde tiempo inmemorial, ha hecho el hombre de los exiguos y efímeros caudales que discurren por estos lares. Así veremos zonas aterrazadas que albergan olivos de secano con cientos de años de antigüedad. Nuestro camino continúa por el amplio cauce que se ha abierto decenas de metros y flanqueados por altas paredes de margas anaranjadas que bien nos pueden remitir al Todra.
En un último estrechamiento de la rambla entre farallones calizos se encuentra, unos metros más abajo, la conocida como Fuente de Benito. Nosotros aquí nos salimos del cauce por la margen izquierda a donde llega un carril. Caminaremos unos 200 metros por el mismo hasta llegar a la primera casa. En esta, nos salimos por la izquierda y rodeamos la edificación por detrás donde encontraremos una bonita senda de piedra seca que construyeron los forestales a comienzos del siglo XX para la repoblación de estas montañas.
La senda transita a media ladera sin ganar ni perder altura y nos lleva directamente al Albergue Juvenil, en la carretera de subida que ya hemos hecho con el coche. Desde aquí sólo nos queda remontar 300 metros hasta el Santuario donde tenemos el vehículo.
Las ramblas como un sistema especial en la cuenca
Los cursos de agua estacionales o episódicos que conocemos como ramblas en el ámbito mediterráneo semiárido son, especialmente, sensibles a los escenarios de cambio, y destacan por su irregularidad hidrológica, espacial y temporal. Los arroyos o ramblas son cauces con características geomorfológicas e hidrológicas singulares que los hacen diferentes de otros sistemas. Así, las ramblas presentan cauces anchos, profundamente excavados en el sustrato, taludes altos y sustrato en el lecho muy heterogéneo. Hidrológicamente se caracterizan por transportar agua solo durante una época breve del ciclo hidrológico tras las lluvias o, si la presentan, se distribuye de forma intermitente en el cauce en relación con la surgencia de agua de acuíferos más profundos, formando entonces los oasis. Las ramblas o arroyos, son, pues, sistemas abiertos de proceso-respuesta de un conjunto de interacciones ambientales que dan como resultado una hidrología, morfología y paisaje específicos. La magnitud, frecuencia y dinámica de las redes de estos cursos fluviales, pueden constituir buenos indicadores de los procesos de erosión, desertificación y cambio que registran los paisajes secos.
Fuente: Dry streams from Baja California Sur: Characterization and application of one environmental damage index (IAR) por M. L. Suárez, M. R. Vidal-Abarca, I. Navarro, R. Gómez y F. López
notas
fotos

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.