datos
Distancia: 10 kilómetros
Duración: 5 horas (con nieve)
Desnivel: 600 metros
Tipo de marcha: ida y vuelta por el mismo camino
Dificultad: baja
Tipo de camino: monte a través
Agua potable: no
Época recomendada: todas son buenas, pero es recomendable disfrutarla con nieve
Sugerencias: nada en especial, es una ruta sencilla y asequible
Cartografía: hojas 908-IV y 909-III del IGN 1:25.000
Track: descargar aquí desde wikiloc
intro
La sierra de la Guillimona con su cumbre es uno de los vértices principales de la gran divisoria de montañas que arranca en Castril, se extiende por Sierra Seca y se prolonga hacia levante por el Calar Blanco, las Cabras, Taibilla y Revolcadores. Curiosamente, su ladera sur drena aguas hacia los ríos Guardal y Raigadas que son afluentes del Guadiana Menor y éste a su vez del Guadalquivir. Sin embargo, la ladera que mira al norte, al atlántico, recoge aguas para alimentar al Zumeta que corre raudo a su encuentro con el Segura en las Juntas. De esta forma, queda así justificada la inclusión de esta montaña en esta recopilación de ascensiones.
La idea es dejar el vehículo en lo alto del Puerto del Pinar, a 1600 metros, para a continuación adentrarnos hacia poniente buscando el punto más alto de este extenso cordal. Si bien la subida más sencilla — en el sentido de la orientación — consiste en remontar por la misma divisoria de vertientes hidrográficas, lo áspero del terreno y los continuos sube y bajas desaconsejan esta opción.
Sin embargo, el itinerario propuesto, por el lecho de una vaguada fresca, húmeda y con el aliciente de la vegetación y los animales, hace de la actividad un paseo tranquilo, que se disfruta todavía mucho más si tenemos la suerte de llevarlo a cabo tras un buen nevazo.
reseña
Tomando como referencia la localidad de la Puebla de don Fadrique nos dirigimos hacia Santiago de la Espada por el Puerto del Pinar. Justo cuando coronamos punto más alto (cartel indicador) podemos dejar los vehículos en un llano junto a la carretera. Desde aquí tomamos un carril que, en suave descenso, se va adentrando hacia la vaguada principal que ya no abandonaremos. El carril pronto termina y dejamos de tener referencias claras. Lo más sencillo para orientarnos consiste en caminar por el lecho del barranco, evitando los espinos y rosales silvestres así como algunos resaltes incómodos.
De esta forma, mantendremos el barranco hasta llegar a una zona en la que se cierra entre altas paredes verticales de roca y musgo. Si bien es posible continuar por el interior del mismo, puede resultar conveniente — sobre todo, si hay mucha nieve — salirnos hacia la margen orográfica izquierda (hacia el norte) de la vaguada para avanzar a media ladera por terreno mucho más despejado.
En poco más de media hora habremos alcanzado una zona abierta y prácticamente llana donde apenas hay vegetación arbórea. Aún así, destaca poderosamente un gran pino laricio cuyas verdaderas dimensiones sólo se hacen patentes si nos colocamos bajo sus ramas. Desde este pino ya sólo nos queda remontar hacia la divisoria por el terreno más sencillo y avanzamos en paralelo al cercado que separa términos municipales, provincias y cuencas.
El bosque flotante
Los laricios fueron durante muchos años el principal tesoro de esta sierra del que el hombre se quiso apoderar. Así, no es frecuente encontrar ejemplares de alto porte y con la longevidad como el que hemos tenido la suerte de contemplar en esta excursión. Los árboles — pinos rodenos, laricios, robles, encinas, etc. — de la sierra eran cortados y se transportaban utilizando los ríos — Guadalquivir y Segura — hasta su destino final. En el caso concreto de la cuenca del Segura, los árboles descendían gracias al esfuerzo de los pineros — o gancheros — que los transportaban por los afluentes hasta el mismo Segura y a continuación, pasando por Yeste y el congosto del Cenajo, eran recogidos en la estación de Calasparra donde se trasladaban por vía férrea hasta Cartagena.
Cuando avistamos el vértice tenemos una panorámica estupenda en todas direcciones. Al sur la Sagra y detrás Sierra Nevada; a poniente las grandes sierras de Segura, Castril y Cazorla así como Mágina; al norte el Yelmo y los calares del alto Segura y, finalmente, al este, la sierra de las Cabras y Revolcadores. El regreso lo efectuaremos por el mismo camino.
notas
fotos

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.