datos
Distancia: 9 kilómetros
Duración: 3 horas
Desnivel: 450 metros
Tipo de marcha: ida y vuelta por el mismo camino
Dificultad: baja
Tipo de camino: carril y monte a través
Agua potable: no
Época recomendada: todas son buenas
Sugerencias: nada en especial, es una ruta muy sencilla y asequible
Cartografía: hoja 887-II del IGN 1:25.000
Track: descargar aquí desde wikiloc
intro
El Pico del Fraile es una de las cumbres de la Sierra de los Álamos, poderoso anticlinal que se extiende en dirección este-oeste desde el mismo casco urbano de Moratalla hasta el campo de San Juan. Las cumbres más significadas de este cordal son, empezando por el este, el Pico del Fraile (1404), el Puntal de la Pegueruela (1487) y el Alto del Frontón (1492). La ascensión que proponemos comienza en el área recreativa de la Casa de Cristo, en las proximidades de Moratalla.


Al principio avanzaremos por una pista forestal muy amplia que avanza hacia el norte buscando la umbría de la sierra. Enseguida la abandonamos para introducirnos por un carril de saca en una de las muchas vaguadas que miran al norte y que esconden entre el pinar reliquias de otras épocas más húmedas como serbales, arces y robles. Es una actividad relativamente sencilla, con un paisaje sorprendente, rocoso, verde y una cumbre aérea y muy vistosa, sobre todo hacia el levante pues se tiene una generosa panorámica de la región de Murcia y de las cuencas altas de los ríos Alhárabe y Benamor.
reseña
Tomando como referencia la localidad de Moratalla deberemos tomar la carretera que sube hacia el Campo de San Juan y el Sabinar (carretera MU-703). Nada más sobrepasar el kilómetro 6 encontraremos un desvío a la derecha donde nos indica el Santuario de la Casa de Cristo. Lo cogemos y dejamos el coche en los aparcamientos habilitados. Podemos encargar un buen refrigerio en el restaurante para arreglarnos el cuerpo a la vuelta. También es un buen lugar de esparcimiento con mesas, instalaciones y un espléndido mirador sobre Moratalla y su término.


Comenzamos a caminar por la pista blanca de tierra que asciende levemente hacia el oeste, hacia la sierra. Enfrente nuestro ya se distinguen perfectamente dos cumbres gemelas aunque la punta más alta, el pico del Fraile, es la que está más al sur. Después de unos dos kilómetros cogeremos el primer carril que se nos aparece a la izquierda. Éste se adentra en la umbría de la sierra de los Álamos, en el conocido como Rincón del Agua.


El carril dobla un nervio rocoso que desciende directamente desde la cumbre con extraordinarias formaciones pétreas que llamarán nuestra atención. Una vez ganado este espolón continúa casi en horizontal para ponerse en el eje de la vaguada que más tarde se convertirá en el arroyo de la Celada. Aquí el carril termina y salen varias sendas. Nosotros no nos complicaremos la vida y por el eje de la vaguada ascenderemos persiguiendo unas trazas muy marcadas. Ocasionalmente encontraremos hitos que nos confirmarán que estamos en la buena dirección.
Sudando a mares y enmarañados entre la coscoja y la abundante vegetación ganaremos la divisoria principal de la sierra de los Álamos, en un collado a 1358 metros. Ya estamos prácticamente arriba. Sólo nos resta caminar hacia levante unos metros y ascender a la airosa y panorámica cumbre del Pico del Fraile. El regreso se efectúa por el mismo camino.

El gran incendio de 1994
Para los que estamos apegados a la Naturaleza, un itinerario como el que proponemos en esta ruta siempre provoca sentimientos contradictorios y agridulces. Y es que no es sencillo asimilar con serenidad y frialdad la devastación provocada por el incendio de mayores proporciones que se ha registrado en España desde que existen estadísticas oficiales.
Fue allá por el año 1994 cuando la Madre Naturaleza, en el contexto de una sequía intensa, de unos días de extraordinaria severidad meteorológica presididos por vientos “terrales”, pasó a ser una “madrastra”. Así, en la primera semana de Julio de ese año, una ola de calor con temperaturas superiores a los 40 grados fue acompañada por humedades relativas del orden del 15 por ciento así como por un fuerte viento del Oeste con rachas superiores a los 40 kilómetros hora. La madrastra iba a imponer un castigo severo.
En esa aciaga semana, entre los días 3 y 4, en casi todas las provincias costeras del Mediterráneo se formó un arco de fuego desde Rosas hasta Gibraltar. La llama más certera, intensa y extensa seguía el Río Segura, arrasando los pinares de las laderas del valle desde la umbría de la Sierra de la Muela en Moratalla, pasando por el embalse del Cenajo y llegando hasta Cieza. En total, unos 50 kilómetros de recorrido en tan sólo 40 horas dejando una superficie arrasada de más de 35.000 hectáreas.
Las temperaturas de la enorme hoguera que describimos fueron tan altas que iniciaron, por ejemplo, la combustión espontánea de las maderas enteadas, soporte de los tejados de las casas que, al caer, arruinaron las edificaciones de la Murta en Moratalla. Todo material combustible se consumió, la piedra se cuarteó y el hierro se destempló haciéndose flexible. El fuego penetró en la tierra quemando la materia orgánica del suelo que dejó suelto y ligero para que lo arrastrasen las lluvias y tomaran fuerza las riadas.
Tras el desastre, el pronóstico de regeneración habla de más de 30 años de espera para tener un mínimo de cobertura vegetal. Y ahora estamos aquí, 15 años después de esas fechas fatídicas. Y afortunadamente podemos observar una vegetación que promete: pimpollos, aladiernos, lentiscos, espinos, espartos e incluso pequeños pinos con alturas cercanas al metro ya anuncian el triunfo de la vida, por ahora.
En esta ruta, al mirar hacia las sierras que ardieron, sentiremos la sensación agridulce de pensar en lo que se perdió con amargura, pero también la alegría al comprobar como la Naturaleza vuelve a ser Madre y ofrece, siempre, segundas oportunidades.
notas

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.