De aquí a nada, pese a la escasez de lluvias, el cereal del Cagitán se pondrá alto, verde y salpicado de amapolas. Es la señal inequívoca del buen tiempo, la brisa de levante y los días largos. Quizás sea el momento de surcar con la burrita los carriles y senderos de este enclave singular, desconocido y solitario, geografía personal que me cautivó siendo un crío, espacio abierto en el que he dibujado sueños, líneas y pedaladas mientras el sol del atardecer se ocultaba tras las grandes montañas del noroeste.
MontañaSierra de Ricote y Campos del CagitánFecha10 de Marzo de 2014URLwww.montanasdelsur.es