datos
Distancia: 6 kilómetros
Duración: 2 horas
Desnivel: 450 metros
Tipo de marcha: ida y vuelta por el mismo camino
Dificultad: baja
Tipo de camino: carril y senda de herradura
Agua potable: no
Época recomendada: todas son buenas, pero el bosque está que se sale en otoño
Sugerencias: nada en especial, es una ruta muy sencilla y asequible
Cartografía: hoja 887-II del IGN 1:25.000
Track: descargar aquí desde wikiloc
intro
El Navalperal es uno de los muchos calares que salpican la cuenca alta del Segura. El término calar es muy común en las béticas. Normalmente, hace referencia a extensas moles calizas que actúan como verdaderas esponjas cuando les llueve o nieva. La naturaleza química de las rocas propicia la disolución de las partes más carbonatadas y éstas presentan aspectos característicos: agrietados, afilados, agujereados, etc. Además, estas geoformas aparecen en todas las escalas posibles, desde enormes hundimientos como el poljé de Nablanca con muchos kilómetros de diámetro a infinitesimales poros y milimétricos intersticios por los que se desliza y filtra — cala — el agua.
La ascensión que proponemos es muy sencilla, ideal para hacer en media jornada acompañados de gente menuda o excursionistas tranquilos. La relación recompensa/esfuerzo es muy alta y con un breve paseo vamos a disfrutar de uno de los mejores bosques del sur de la península con especies más propias del norte y de las increíbles vistas que nos ofrece la caseta de vigilancia del Navalperal.
reseña
Para el acceso en vehículo tomamos como referencia la localidad de Siles. Deberemos coger la carretera autonómica A310 hacia la Puerta del Segura y nada más salir del pueblo tomaremos un desvío a la izquierda que indica Camino de las Acebeas por la carretera JF-7012. Tras pasar por el Campamento Juvenil las Acebeas y después de una larga recta con chopos la carretera hace una curva muy pronunciada a la izquierda. A la derecha sale una pista con una cancela y hay un cartel indicador con la excursión. Dejamos el coche tras los 14 kilómetros de curvas y cuestas y comenzamos a caminar.
El camino asciende con tranquilidad bajo un bosque donde predominan las coníferas como los pinos y los abetos aunque también encontraremos abundantes caducifolios y un reliquia de otras épocas más húmedas: numerosos ejemplares de acebos que le confieren sentido al topónimo con el que se conoce este lugar.
Enseguida sobrepasamos la casa forestal de las Acebeas y dejamos atrás el bosque. Ganamos altura rápidamente y ahora la vegetación apenas está representada por vegetación de alta montaña — piornos y sabinas rastreras — y ejemplares aislados de pinos laricios con sus características ramas atormentadas por el viento.
Cuando el carril termina y se convierte en senda llegamos a una bifurcación señalada con un poste de madera. Si cogemos a la derecha iríamos al punto más alto del Calar definido con un geodésico mientras que preferimos ir a la izquierda, hacia la caseta de vigilancia, donde podremos disfrutar de unas vistas increíbles de esta zona alta de la sierra segureña. El regreso se efectúa por el mismo camino.
El último reducto de otra época
Esta actividad nos permite disfrutar uno de los enclaves de mayor singularidad botánica de la cuenca del Segura así como disfrutar de maravillosas panorámicas. En Las Acebeas se da un microclima especialmente húmedo y fresco propiciado por el hecho de que el Calar está abierto tanto a las influencias mediterráneas que penetran por la cuenca del Segura como a las atlánticas que se adentran desde el Guadalquivir.
Gracias a estas excepcionales condiciones, bajo el dosel de los salgareños crece un sorprendente bosque de avellanos — el más meridional de España — con abundancia de acebos de gran tamaño. El ambiente que se respira es el típico de los bosques del cantábrico y del Pirineo donde una sensación de frescura y verdor nos invade miremos donde miremos.
notas
fotos

José Antonio Pastor González
Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.
Todas ellas son el terreno de juego protagonista de esta web gracias a la cual disfruto por partida doble: primero subiendo las cumbres y luego relatando mi experiencia. Sed bienvenidos y gracias por vuestra visita.