
Tengo un muy buen amigo con el que hago muchas montañas y que lleva en esto toda la vida. En muchos viajes para escalar a Sierra Nevada tenemos una conversación recurrente. Vamos conduciendo por la A92, en el eje del surco intrabético cuando, mirando al norte, le digo:
– Mira qué bien se ve Cabañas hoy y cómo refulge la espina del Rayal.
En otras, le comento:
– ¡Cómo están aguantando los ventisqueros de Sierra Seca esta primavera!
O cosas así como:
– Se está cerrando el tiempo por la Cabrilla. Parece que entra temporal de poniente.
Y ya termino con:
– ¡Chacho! ¡No me digas que no has estado nunca en la Sierra del Pozo!
A lo que él me contesta:
+ No. Nunca he estado. Tienen muy buena pinta esas montañas, pero es que ahora mismo no me apetece hacer montañas para abajo.
Es entonces cuando yo empiezo a perder la paciencia.
– ¿Montañas para abajo? ¿Eso qué significa? ¿Que Empanadas, Banderillas, Cabrilla, Yelmo y Cabañas son montañas para abajo?
En realidad, esta conversación fluye de forma jocosa, pero tiene su punto de verdad. Así, una gran parte de las sierras subbéticas presentan relieves tabulares en sus cumbres y amplias mesetas o llanuras que se interrumpen bruscamente por barrancos y paredes. Esta característica le resta a las cumbres esa sensación aérea tan típica de otras montañas más puntiagudas y prominentes como el Almanzor, el Almorchón de Cieza, el Midi, el Lucero, el Puntal de Vacares, el Aneto, el Puig Campana o cualquier cumbre de Picos, por poner varios ejemplos. Esta sensación es bien conocida por los escaladores que están muy habituados a manejarse en el vacío con un patio de vértigo bajo sus pies así que, desde la perspectiva de un socio que hace tapias, comparto la afirmación de este amigo.
Sin embargo, lo de montañas para abajo tiene una doble lectura. Si bien muchas de las cumbres, sobre todo en el dominio subbético, presentan perfiles romos y planos, no ocurre así con la red hidrográfica que drena estos macizos que está configurada por barrancos, arroyos, ramblas y ríos casi todos ellos profundos, intrincados, muchos de ellos encañonados y algunos inaccesibles excepto con técnicas de barranquismo. Es precisamente la relativa blandura de los materiales calizos con respecto a otras rocas metamórficas y volcánicas una de las características más sobresalientes de estas montañas: las cumbres, las zonas altas, expuestas siempre a la meteorización más severa, acaban por sucumbir presentando casi siempre formas apacibles; sin embargo, en las zonas bajas, las vaguadas y los barrancos, las fuertes y permanentes escorrentías han acabado por horadar cicatrices agudas en el lomo de estas montañas: la Canaliega, los Almadenes, los Gaitanes, los ríos Castril, Chíllar y Verde etc.
En ese momento en el que estoy en el vértice de las Empanadas comiéndome un bocata, fantaseo con lo siguiente: si pudiéramos rellenar de yeso la cuenca del Castril, sacar el molde y darle la vuelta, ¡qué tremendas aristas formarían los barrancos de Túnez, Charcón y Magdalena en nuestra maqueta!
En cualquier caso, sean para arriba o para abajo, estas montañas son nuestras montañas. En ellas nos han salido los dientes y hemos vivido crepúsculos y emboscadas. Y en ellas seguiremos disfrutando. Que sea por muchos años.
MontañaLas EmpanadasFechaJunio de 2016URLwww.montanasdelsur.es
Con qué panorámica más bella enmarcas tu sugerente texto, qué perspectiva, esas algodonosas nubessss!!!!, Ciezano, siempre me resulta un completo deleite leerte…y como te entiendo, a mí sí me apetece patear montañas pabajo todas las que pueda y mientras el cuerpo aguante y alguna más del medio…que bonita y salvaje es Castril, y que calor hace tavía, y qué condenadamente duro es subir al Pajarón desde el bebedor y qué joputa ha sío bajar por un barranco que yo bautizaría como del infierno…oye, que pa despedazarse las pantorrillas y desmembrarse to el cuerpo, tenemos montaña por aquí pabajo de sobra. Lo dicho, un placer cautivarse con esa literatura gráfica que practicas…¡será cabrón el pajarón!!!!
Jajajaja… qué comentario más bueno!!! Pues sí que es cabrón el Pajarón desde el Bebedor, pero es que no sé por qué te metes en barrancos teniendo el cortafuegos todo peladito para subir hasta el vértice 🙂 Un fuerte abrazo hasta Cehegín!!!!
hey, Jose Antonio, hice la ascensión por el cortafuegos…en la cima me entretuve más de la cuenta mariposeando con el paisaje y la cámara, qué bien se estaba allí!, cuando reparé en el tiempo, cáspita, eran las once de la mañana con un calor de mil demonios que comencé a percibir así como de golpe y traté de recortar la ruta que llevaba en el gepese y para conectar con la pista que a lo lejos veía que me regresaba al punto de partida, decidí hacerlo por un barranco…ahhhhh, que barranco dios mío, ahhh, calzado inapropiado, pantalón corto, ay mis pantorrillas, hechas un cristo, hasta un esguince me hice al saltar de una roca a otra por una torrentera…cuando llegué a la pista, hasta me entraron ganas de llorar por el alivio de sentirme a salvo. Miré a la Viky y ella como mirándome con lástima…pobre humano, débil y vulnerable, frágil, desvalido, qué mentecato en mi dueño, pensaría…pero bueno, bien está lo que bien acaba aunque aún tengo secuelas de la torcedura y costras que cruzan de lado a lado mis lastimadas pantorrillas. Claro, como tú te conoces todos los rincones, sendas, caminos y veredas de las MONTAÑAS DEL SUR, así cualquiera puede elegir el camino más apropiado, pero el menda, que aun se encuentra en pañales en esto de andar por el monte, pues a veces tiene que aprender a base de estacazos y arañazos. Pero dime la verdad, es cierto que un día os pilló a Moss y a ti en lo alto del Banderillas, con nieve, con niebla, sin gps, sin mochila, sin caminos ni vías visibles dado el intenso nevazo que había caído la noche anterior…? confiesa que todo estaba preciso, milimétrico, matemáticamente calculado por ti…?, qué odisea tuvo que ser aquella, aunque reconozco que ello me tranquiliza, saber que ni un trotasierras tan concienzudo ni avezado como tú, está libre de los imponderables de la montaña. Sigue con tus crónicas y aventuras que tanto nos hacen disfrutar y vibrar a más de un@. Ahhhh, está lloviendo…por finnnnnnnnnnnnnn!!!!!!!!!
Pedazo de buen comentario. Éstos son los que se agradecen a tope.
Lo que te pasó a ti en el Pajarón nos pasa a todos. A todos los que nos gusta la aventura y no ir con la cabeza agachada siguiendo una ruta trillada con GPS con garantías de fiabilidad 100%. Precisamente en las montañas más inocentes y «sencillas» uno acaba siempre por enmatojarse, enriscarse, emboscarse y muchos verbos reflexivos más.
Lo de las Banderillas fue una gran aventura que ya está contada en esta web. Es la entrada con más comentarios que he tenido. Tuve errores de bulto pero no me arrepiento para nada. Ahora mismo, imperan los números, las cifras, la precisión, la seguridad, la certidumbre, y hacer montaña es justo otra cosa.
Un abrazo grande y sigue visitándonos. Nos encanta.
Jajaja, cuando hagas lo del molde avisa 😉
Jajaja… ahí ahí, guardando el anonimato. En el fondo te arrepientes de tus declaraciones 🙂
Que va…
Ya sabes que me va la guerra dialéctica 🙂