Actividad en el parque regional de Sierra Espuña para ganar una de sus cumbres más destacadas por la senda del Caracol. En realidad, hacemos el ascenso por el valle de Leiva y dejamos para la vuelta el tránsito por dicha senda.

Sierra Espuña es la montaña emblemática de Murcia, geografía atrevida con imponentes desniveles que arrancan desde el valle del Guadalentín para elevarse 1500 metros por encima hasta sus Morrones: el grande o de Totana, el chico o de Alhama. La salida de hoy — preparada por Alejo — discurre por una de las mejores sendas del macizo y tiene el aliciente de que deja a mano una cumbre señalada cuya ascensión acometemos: el Morrón de Alhama.

Las cosas pintan regular al principio, porque hay mala predicción, porque caen algunas gotas mientras comenzamos a andar, porque todos llegamos tarde a la cita en la C.F. de la Perdiz, porque la ruta en sí es exigente y somos un patrullón muy heterogéneo y no sabremos cómo va a responder el personal: pandilla croqueta + team ollero + familia de Coco… Bueno, vamos a ver qué pasa con las fotos.

Nada más salir tomamos la senda del dinosaurio cuyo puente colgante deja estas estampas que dan fe de que, pese a la lluvia, Coco y María del Mar tienen ganas de fiesta. Estando seco cuesta trabajo cruzarlo, así que con las tablas húmedas y resbaladizas… ya veis.

Y el caso es que tampoco es tan complicado. Podeis ver aquí a los muchachos la templanza que gastan para ganar el otro lado.

La senda del dinosaurio desemboca en la pista del barranco de Leiva. Nos marcamos el alpargatazo hacia el collado Blanco ganando metros de forma paulatina y sin sufrimiento. Los hermanos Ríos bien equipados y más patrulla por detrás que caminan cada vez más animados porque el cielo se está abriendo.

En el collado blanco cogemos la senda que asciende hacia el collado Mangueta y pronto la abandonamos para tomar una menos marcada que gira hacia el Este buscando una mancha de pinos rodenos que sirve como referencia. La garita del Morrón de Alhama se ve a lo lejos y hacia allí nos encaminamos.

Ángel y Javier se portaron como verdaderos campeones en la ruta. Fue un placer compartir con ellos la jornada de sierra.

La vereda se va haciendo cada vez más marcada y gana los últimos metros para situarse en la plataforma de cumbres de Sierra Espuña, en esa extensa altiplanicie que separa la Morra de las Moscas y el Morrón de Alhama. Al fondo se divisan todas las sierras de la región de Murcia y en especial las del Noroeste. En primer plano uno de los arces que sobreviven agarrados a la caliza.

En la zona más alta, a menos de 10 minutos del bocadillo.

Y, por fin, aparece la garita ahí mismo.

Justo antes de llegar hay una pequeña y sencilla trepada.

Ángel o Javier (jejeje…) junto a Moss al final de la trepada, esperando al resto de personal.

Y aquí todo el mundo disfrutando del almuerzo. Los mejores bocadillos son siempre los que uno se toma en medio del monte.

Este trío de elementos está pensando en el final de la ruta: en la gamada que va a caer en el bareto de la Perdiz.

La vieja táctica de dejar atada la camiseta en el vértice para que se seque.

Una vez que sabes que estás en lo más alto, que no quedan cuestas, que ya tienes el estómago haciendo el centrifugado del bocata… pues una vez que estás en ese estado de placidez ya te pones hasta cariñoso…

… o remolón.

Pero no hay mucho tiempo para mimos y descuidos, que la montaña está fiera y se están metiendo nubes por el Sur. Nos vamos para abajo.

El descenso lo hacemos por la senda del Caracol, acrobática vereda diseñada para la repoblación de Sierra Espuña en los inicios del siglo XX.

Se trata posiblemente de una de las mejores sendas de la Región que en el algunos tramos está muy deteriorada y que, si nadie lo remedia, acabará malográndose.

Este es uno de los rincones con más encanto del camino, cuando la senda cruza un aceral en la umbría del Morrón.

La senda está soportada por muros de mampostería que albergan todo un mundo verde (panorámica, pinchar aquí para verla en grande).

Y si, en lugar de mirar a lo pequeño, nos fijamos en lo grande, pues tenemos las espléndidas paredes de Leiva, paraíso de los escaladores en invierno (panorámica, pinchar aquí para verla en grande).

En el collado previo a «las escalerillas» nos reagrupamos y cogemos el último impulso para terminar la ruta.

Las «escalerillas» es un zig-zag de la senda muy marcado situado al abrigo de pliegues verticales.

Y aquí tal y como se ven hacia arriba.

Desafortunadamente, no tengo imágenes del final de la ruta, de esa bajada durísima por el cortafuegos que puso a prueba las rodillas de todos y, finalmente, de la espléndida comida de empresa que nos marcamos en el bar de La Perdiz — para recordar las patatas al montón y esa fuente de lomos… mmmhhhh… En resumen, un día magnífico en buena compañía. Hasta la próxima pues.

Datos técnicos: 14,5 kilómetros, 800 metros de desnivel, 5 horas y media.

Ruta en wikiloc por alsamuz


José Antonio Pastor González


Hago montañas desde que tengo uso de razón. Primero al lado de casa en mi Atalaya y en el Almorchón de Cieza. Después por las sierras de Segura y Cazorla que son mi segundo hogar. Finalmente, y por supuesto, también en Sierra Nevada y el resto de las cordilleras Béticas.

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